Después de hacer el diorama para Gemma en Navidad, me di cuenta de que el hecho de recrear mini-mundos me excitaba sobremanera. Si, si, me llenaba de ilusión. Así que ya decididas a sorprender a Belén, no tenía duda, volvió a surgir mi necesidad de crear un diorama para ella y Totoro era mi mejor e infalible opción.
Aproveché mi visita al Saló del Cómic, busqué el Totoro más Belén que encontré y mi cabecita pensante ya no dejó de darle vueltas. Pensé en su ilusión por Japón, como la nuestra, pensé en su amor por las flores y enseguida imaginé los almendros florecidos nipones... ¡Totoro bajo un almendro!
Así empezó todo. El periplo de mi diseño desde cero de "la tierra de Totoro". El hecho de integrar la figura dentro de la tierra, del campo, para hacerlo más suyo, más veraz.