Trascendiendo el Orgullo

Por Dlemus

   Trascendiendo el Orgullo

El orgullo es una carga innecesaria y un frágil apoyo que no sólo es vulnerable a la perdida de valor sino también, paradójicamente, incluso provoca y atrae ataques. Se basa en la falsa presunción de que la propia valía intrínseca es una variable definible. La auto-aceptación resulta de la entrega de la propia duda. Todo lo que existe es intrínsecamente igual en virtud de su creación y el origen de la creación en si misma.

Lo valorado o el valor se basan en juicios de valor lineal, todos los cuales son meros adjetivos arbitrarios.

Todos los “complementos” son suposiciones, como lo son los símbolos sociales o los reconocimientos públicos, que son efímeros y transitorios. Tratar de probar o reclamar su propio valor es perderlo. El patrón de vulnerabilidad surge en la niñez de la indefensión de la infancia cuando la autoestima es consecuencia de la opinión de los demás y su satisfacción de las necesidades. Así surge la ilusión de que el poder y el valor son provisionales.

En el desarrollo normal, la dependencia de fuentes externas de gratificación se retira y en su lugar es interiorizada como auto-aprobación. Esto es otorgado por una conciencia benigna y las expectativas realistas de la ejecución de las metas realistas y normas. La autoestima realista surge del cumplimiento de los principios íntegros en los que la intención se convierte en un factor importante, que en sí mismo es menos vulnerable que los resultados idealizados. El niño afortunado recibe amor incondicional, a pesar de que el orgullo de aprobación pueda ser condicionado. La aprobación insuficiente en la infancia trae más tarde inseguridad.

Se necesita valor para deshacerse de los puntales del Orgullo y, con humildad, aceptar la propia realidad interna, que es una fuente invulnerable. Aceptar el núcleo interno de la propia existencia como una realidad auto- existente requiere dejar ir cualquier definición del yo como un “quién” y, en cambio, verse uno mismo como un “qué”.

El antídoto al Orgullo es elegir la humildad y la integridad en lugar de posicionamientos, tales como ser importante, “recto”, llegando incluso, a la indulgente culpabilidad, o el buscar la admiración. Todo el mérito por los logros se  debe a Dios como Presencia de la Divinidad en vez de al ego, y por tanto el logro trae gratitud y la alegría en lugar del orgullo vulnerable. El error subyacente del Orgullo espiritual es la presunción del ego y la demanda de soberanía como autor y agente de la ejecución de los resultados de la acción. Su solicitud de reconocimiento es análoga al merito reclamando por una bombilla de la luz emitida, mientras que la fuente de poder es la energía impersonal por la electricidad en sí misma.

Asimilar el Orgullo

Todo existe por Decreto Divino, por lo que, en virtud del Origen de la Creación, todos somos niños para Dios. El Orgullo es la sustitución de la Realidad por la ilusión. La igualdad de Todo lo que Existe es una consecuencia del don de la Existencia en si misma. Por lo tanto, sólo es necesario “ser”, lo cual ya está dado. La gratitud reemplaza fácilmente al Orgullo, lo cual es auto-gratificante y eclipsa todo juicio hacia dentro y hacia fuera. La paz interior es la consecuencia de la humildad y la aceptación de la herencia kármica de uno, con sus dones intrínsecos y también sus limitaciones.

Es muy útil saber que incluso la propia existencia humana es la consecuencia de la aceptación por la voluntad.

El Buda dijo:

“Raro es que nazcas ser humano; más raro aún es que hayas oído hablar de la Iluminación; y más raro es que persigas la iluminación”.

Como cualquier limitada posición del ego, no es la posición en si la que requiere renuncia, sino el pago emocional o energía que se aferrar a esa posición proporcionada por el ego. Darse cuenta de que el Orgullo es una limitación es ya un gran paso en sí. Es notable que el Orgullo es intrínsecamente una afirmación de carencia, por lo que constantemente necesita y busca ser alimentado y apoyado para compensar su insuficiencia.

También es notable que cuanto más se alimenta, más voraz es su apetito, que a la larga se convierte en insaciable. La frustración del orgullo lleva fácilmente a la rabia; así surge el sabio adagio de ser cauteloso con el orgulloso porque puede volverse rencoroso o vengativo. Es espiritualmente sabio rechazar la tentación de la inflación del ego o la adulación, la autoridad, el éxito mundano, la pompa, la riqueza, el poder mundano, y otras tentaciones de la ilusión.

Por último, existe la paradójica, de la oculta tentación del orgullo de la propia humildad, es decir, el llamado ego espiritual, donde incluso la piedad o la humildad puede ser una apariencia. La pobreza asumida también puede ser una forma de ostentación y puede ser usada como salida del orgullo espiritual.

El verdadero ascetismo es una cuestión de economía de esfuerzo o valor proyectado. No son las posesiones en sí mismas, sino la importancia adherida a ellas. Así, uno puede ser rico pero no- apegado a la riqueza en si, lo que es una cuestión de indiferencia, por ejemplo, “vestir el mundo como una prenda suelta,” como sugirió San Francisco de Asís. La capacidad para la felicidad no es dependiente de las posesiones una vez que las necesidades físicas básicas de uno son reunidas. Los índices de felicidad se correlacionan claramente con los niveles calibrados de conciencia .

Cuanto menos prevalece el “querer”, mayor es la experiencia de libertad. Cuando el nivel de conciencia de uno avanza, las posesiones pueden convertirse en un peso. La gente rica con frecuencia vive vidas sencillas en tan sólo dos o tres habitaciones de grandes propiedades y ni siquiera han estado en las otras partes de sus mansiones durante muchos años.  Al igual que con los otros niveles de conciencia, hay presunciones concordantes y posicionamientos que refuerzan su prevalencia como consecuencia de los pares dualistas de atracciones y las aversiones. Cada uno tiene su recompensa anticipada y miedo a la pérdida.

Una postura general importante, como la humildad, facilita todo el trabajo espiritual interior. Esta es generalmente pasada por alto porque la mente se centra en el contenido de los temas predominantes en lugar de en el contexto general en el que se lleva a cabo esfuerzo espiritual. La humildad no es solo una actitud, sino también una realidad basada en hechos. Con honestidad interior, un devoto necesita darse cuenta de las limitaciones inherentes a ser solo un ser humano.

Las “personas” no sabe realmente “quien” o “que” son, de dónde vinieron, o su destino, y son inconscientes de la multitud de factores kármicos tanto individuales como colectivos. La mente no es consciente de los múltiples aspectos de la psique y la influencia de las múltiples energías invisibles de la interacción de los campos de atracción de la conciencia. Así, la mente, sin ayuda, es incapaz de saber realmente si lo que es deseado se tornará una bendición o un obstáculo. El “Yo, de mi ser, realmente no sabe nada” se basa en hechos, en el mejor de los casos, la mente tuvo impresiones y presunciones.

La vida “tiene sentido” sólo en retrospectiva. Las prácticas espirituales acompañadas por la devoción proveen el refuerzo adicional y obtienen el apoyo que no se ve. Así, la fe y la confianza, sumadas a la voluntad y la intención son guías honradas en todos los tiempos. En el mundo actual están las garantías añadidas de la validación de la verdad espiritual y la realidad a través de la calibración de la conciencia. La verdad es también reforzada por el testimonio de aquellos que han recorrido el camino, lo que también puede ser validado por la experiencia y por la calibración de la conciencia.

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