Trastorno dismórfico corporal o dismorfofobia

Por Eanta

Existe un trastorno bastante frecuente que permanece en un cono de sombra, prácticamente no es diagnosticado, y cuando lo es, ocurre en un porcentaje mínimo. Se trata del Trastorno dismórfico corporal, antes llamado dismorfofobia.
El cuadro consiste en un rechazo a alguna parte o partes del cuerpo, con una preocupación crónica sobre el tema, que le insume al sujeto muchas horas diarias de rumiación y de observarse en espejos, vidrieras, etc. O bien al revés, tapa los espejos para no verse. La zona corporal causante de la obsesión puede variar en el curso de la vida, incluso varias veces.


El motivo más probable por el cual el trastorno pasaría inadvertido es un curioso hecho, tal vez único en el amplio espectro de las patologías, de que casi nunca se consulta directamente al psicólogo o psiquiatra por este tema. Se hace la consulta  por cualquier otra cosa, pero casi nunca por su fobia a partes de su cuerpo, pues para los sujetos que lo padecen no es un problema psiquiátrico, sino que consideran tan sólo que son feos (¡muy feos!) O que tienen una malformación. A nadie se le ocurre pedir ayuda para eso a un psicólogo. Sí a un cirujano plástico, a un dermatólogo…pero ¿qué tiene que ver el psiquiatra?
Esto ya nos va dando una serie de datos importantes acerca del cuadro: hay ideas sobrevaloradas, y el sujeto nunca admite que exagera en su apreciación de su supuesta fealdad. Con frecuencia se sorprende cuando le preguntamos cuántas horas por día se la pasa rumiando sobre el tema (y son muchas, por cierto). Siempre son muchas más de lo que imaginaba el mismo sujeto.
Tengamos en cuenta que es un cuadro de difícil ubicación en la gnoseología, que sin duda es pariente no muy lejano del Trastorno Obsesivo Compulsivo, por las obsesiones y la irracionalidad de las mismas, por el tiempo invertido en rumiar acerca del tema, por llegar a ser esta obsesión el centro de su vida. El pensamiento sobre el cuerpo, además de ser una obsesión, también sería un tipo particular de fobia, y estudios recientes revelaron la prevalencia en torno al 4% de la población, muchos de ellos permaneces escondidos hasta de sí mismos: ¿ver para creer o creer para ver?
Debido a la intensidad de los pensamientos y a la depresión concomitante que producen, por el hecho de creerse tan feos, es uno de los cuadros con mayor ideación suicida de la patología, y con un alto porcentaje: más del 30% lo lleva a la práctica.
Con respecto al diagnóstico, con una simple pregunta hecha en la entrevista inicial, de rutina, podemos sacar a la luz este cuadro. La pregunta es ¿hay alguna parte de su cuerpo que le preocupe intensamente o de un modo particular? (puede haber más de una parte)
Casi con certeza podemos afirmar que este tema es de mayor importancia que el motivo de consulta, y que la solución al motivo de consulta no existe si no incluimos el tema corporal. Esto incluye un rastreo a través del tiempo para ver los cambios sufridos con respecto a la zona corporal motivo de la preocupación (¿“le preocupó otra parte de su cuerpo alguna vez, con anterioridad a esta?”) y ubicar el momento de comienzo de la fobia, de singular importancia para comprender y resolver el cuadro.
No se descorazonen, pero son cuadros difíciles y que requieren tiempo y paciencia tanto por parte del terapeuta como del paciente…pero se curan en un alto porcentaje.


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Doctor Pablo Solvey (MP 36.512)
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