Trastornos de la alimentación (III)

Por Centro Psiconet

Hemos hablado previamente de cómo determinados conceptos pueden llegar a afectarnos en nuestra forma de ver la comida y de qué manera influye en que queramos adelgazar a toda costa y poder iniciar una dieta de las denominadas peligrosas.

Estas dietas tienen sus consecuencias. A nivel físico, la dieta y la pérdida de peso puede afectar a las hormonas, lo cual puede desembocar en una menstruación irregular o en la pérdida del período. Los ciclos continuos de pérdida y recuperación de peso pueden alterar la composición corporal y el metabolismo. Por otro lado, con las dietas aumenta el apetito y la necesidad de ingerir hidratos de carbono, favoreciendo la aparición de atracones.

A nivel psicológico, también contamos con muchas consecuencias. Podemos describir algunas de ellas que interfieren en la vida diaria de las personas que se someten a este tipo de dietas. Los pensamientos reiterados sobre el peso y las calorías llegan a ser obsesivos, teniendo una intensidad y frecuencia muy elevadas. En algunos momentos, estos pensamientos llegan a interferir de tal manera que no le permiten concentrarse en tareas de su vida diaria tan habituales como trabajar o estudiar. Esto supone un estrés añadido a la situación, ya que se ven incapaces de realizar ciertas actividades. Además, al tener unos objetivos completamente irreales sobre la ingesta de comida y pérdida de peso, conlleva un sentimiento de frustración continua con el que estas personas tienen que lidiar. Se llegan a sentir fracasados en sus metas y profundamente tristes por no poder llevar a cabo sus logros.

Como hemos comentado anteriormente, toda esta dinámica de restricción de alimentos deriva en consecuencias que no son tan divulgadas. Estas consecuencias tienen que ver con episodios de atracones o ingesta compulsiva.

Un atracón se caracteriza por comer un periodo discreto de tiempo (por ejemplo 1 hora) una cantidad de comida que es claramente superior a la que comería una persona en un periodo de tiempo similar en circunstancias parecidas, y por tener la sensación de falta de control sobre la ingesta durante el episodio.

Todos hemos podido tener momentos o periodos en que nuestro control en la ingesta ha sido menor, derivado de determinadas situaciones personales estresantes o ansiógenas en mayor medida. Esto no significa que se pueda considerar patológico o dentro de un trastorno, pero la repetición de este hecho, incluido en una dinámica concreta de relación con la comida, nos da pistas sobre que la persona puede estar teniendo un trastorno de conducta alimentaria.

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