Es posible que el principio no sea el más romántico, pero es nuestro. Ya en aquellos tiempo, mi chico y yo eramos dos enganchados a las redes sociales, y aunque eran distintas a las de ahora, nos dieron la oportunidad de ponernos en contacto. Un mensaje, una frase, cuatro palabras y una foto. Fue suficiente para saber que desde ese momento no quería que pasase un solo día más sin que él estuviese en mi vida. Os sigo contando.
En otras circunstancias, habríamos podido hablar de amor a primera vista, pero en nuestro caso, eso no había ocurrido. Vivíamos en distintas ciudades de Galicia y un encuentro no era sencillo si no poníamos los dos de nuestra parte. Mantuvimos largas conversaciones por la red y el móvil durante semanas, y cada vez eran más intensas las ganas de tenerle cerca, aunque paralelamente, me invadía un terror horrible pensar que todo podría ser una gran mentira. Había llegado el momento y no fue sencillo convencerle de ello, pero yo estaba decidida, e iba a dar el primer paso.
Finalmente la tarde del 16 de febrero del 2008 fue la que marcó un antes y un después para ambos. No podía controlar los nervios, me preocupaban un sinfín de cosas, entre ellas, que iba a ponerme. Esa primera impresión iba a ser clave y sentirme cómoda a la par que guapa no era sencillo. Camisa, pantalón short, medias tupidas y unos bonitos zapatos de color negro y con tacón alto, fueron la elección perfecta.
No soy capaz de recordar la cara que puso en el momento en el que, a lo lejos, me vio entrar en la cafetería donde habíamos quedado, justo en ese momento yo estaba demasiado ocupada controlando la estampida de emociones que brotaban de mi estómago al ver que era real, incluso mejor. Hoy sé, que ese conjunto le gustó, y mucho.
Y hasta aquí el post especial de hoy, con unas fotos que me encantan, en la nieve, justo donde a los dos nos gusta perder las horas.
"Si la vida son momentos, yo no quiero perderme los nuestros" T'estimo Rubén.