Como quizá no podría ser de otra manera, el universo que rodea a estas catorce historias está impregnado de niños que buscan a sus padres ausentes. Así ocurre en Esto es para Jamie (uno de los relatos más autobiográficos de la colección), lo que le sirve a Capotepara expresar los límites de la marginalidad dentro de las coordenadas de lo cotidiano, como por ejemplo, también le sucede a la protagonista del relato que cierra la recopilación: Donde el mundo comienza, pues como muy bien expresa el título del relato, el mundo propio comienza donde acaba el del resto (circunstancia que también está presente en el cuento titulado Hilda), sobre todo, si ese resto es una profesora de matemáticas con escasas dotes para que su imaginación traspase las paredes del aula donde da clases. Además, las grandes capacidades literarias de Capote, se trasladan del mismo modo a los finales de sus relatos, pues lo hay de todo tipo, desde los sorprendentes hasta los que quedan en suspenso, o se difuminan en un estilo más libre, lo que nos proporciona una incertidumbre en la que es propio lector quien debe aportar algo de sí mismo para acabarla. En cuanto a su aspecto formal, todos ellos se caracterizan por su brevedad, lo que no es óbice para que el autor no deje planteados, y en ocasiones muy bien resueltos, muchos de los enigmas de las historias que aborda como el mejor de los microscopios, pues esa es otra de las características narrativas de Capote: la minuciosa observación del alma humana. Sin embargo, sí podríamos decir de casi todos, que pertenecen en una mayor o menor medida a lo que los críticos han dado en llamar como gótico sureño, por las múltiples referencias existentes a su Monroeville (Alabama) natal y al profundo sur que le vio crecer, hasta que llegó a Nueva York. Una alegoría de anécdotas y vivencias que impregnan sus relatos de esa sensación de estar en otro mundo, por supuesto, nada parecido a la cosmopolita Nueva York. Esa característica de lo subterráneo, es una cualidad más de su genialidad, pues encuentra el eco suficiente para convertirlo en el auténtico protagonista de unas historias que retratan lo poético y lo marginal que existe en los paisajes del alma.
Ángel Silvelo Gabriel.