Tu cara (no) me suena

Por El Baúl De La Psique @bauldelapsique

Se suele decir que “la cara es el reflejo del alma”. Y, de hecho, es a través de nuestro rostro como los demás (y nosotros mismos) pueden conocernos; nuestras emociones, nuestros estados de ánimo, nuestra edad aproximada, nuestra etnia…

¿Os imagináis una vida sin poder ver todas esas caras que vemos a diario y que tan rica información nos aportan? Imaginad que no podéis saber si vuestra pareja está triste, feliz o enfadada. Imaginad ir a recoger a vuestros hijos al colegio y no saber cuál de todos es. Imaginad no poder diferenciar a vuestro jefe del resto de vuestros colegas en el trabajo. Imaginad no reconocer a vuestra propia madre. O, aún peor, imaginad miraros al espejo y no poder reconoceros a vosotros mismo. Pues esto es lo que les ocurre a aquellas personas que sufren prosopagnosia.

© Thomas Hoepker (editada).

¿Qué es?
La prosopagnosia, también conocida como “ceguera facial” (face blindness, en inglés) es una alteración perceptiva que afecta a la capacidad para reconocer caras. Este trastorno, como muchos otros, puede darse en diversos grados de afectación y, según el momento de su aparición, puede clasificarse en: congénito, es decir, la persona nace con la incapacidad de reconocer rostros; o adquirido, tras sufrir una lesión (accidentes cerebrovasculares, tumores cerebrales o, en menor medida, traumatismos craneoencefálicos o infecciones del sistema nervioso central) en ciertas áreas cerebrales de las que hablaremos más adelante. En este último caso, esta ceguera facial puede tener lugar en dos formas distintas:

  • Prosopagnosia aperceptiva: Es la afectación más severa de esta capacidad. Las personas que sufren este tipo de trastorno son capaces de ver una cara y reconocer que, en efecto, se trata de una cara, pero existe un fallo en su análisis estructural; el conjunto que forma el rostro, la estructura facial, no les aporta ninguna información, impidiéndoles conocer la identidad de la persona, de quién se trata, a quién está viendo y si le es o no familiar. En otras palabras, todas las caras parecen iguales.
  • Prosopagnosia asociativa o prosopamnesia: En este caso, el análisis estructural tiene lugar correctamente, permitiendo a la persona identificar que se trata de una cara concreta, al percibir rasgos como el sexo o la edad o saber si, por ejemplo, está viendo dos fotografías de una misma persona en distintos momentos. No obstante, esta información de la cara no puede ser asociada con los recuerdos almacenados en relación a la misma; esto es, la prosopagnosia asociativa impide saber de quién se trata exactamente y si conoce o no a dicha persona.

Bases psicobiológicas
Como ya sabemos, el cerebro funciona en un sistema de red, donde cada área está interconectada con las demás que forman el todo, por lo que una lesión en una zona concreta puede afectar a diversas funciones, en distintos grados y con efectos dispares. Entonces, quizás os preguntaréis: ¿Por qué en la prosopagnosia sólo se ve afectada la capacidad para reconocer caras? ¿Cómo es posible que todo lo demás se perciba de forma correcta?

En realidad, los resultados de las múltiples investigaciones que se han realizado a lo largo de la historia en relación con este trastorno han mostrado alteraciones en distintas áreas y, por tanto, tipos de prosopagnosia y efectos variables. Sin embargo, de acuerdo con los datos más recientes, para que la prosopagnosia tenga lugar debe existir una lesión bilateral y simétrica, es decir, ambos hemisferios deben estar dañados. Asimismo, el giro fusiforme, situado en la región occipital-temporal, cumple una función esencial en el reconocimiento de las caras, coordinando los sistemas neuronales que controlan la percepción facial con la memoria. Así, por lo tanto, contamos con mecanismos específicos para la percepción de rostros.

¿Qué conlleva la prosopagnosia?
En nuestro día a día, no acostumbramos a pararnos a pensar en la importancia que tiene poder ver un rostro, memorizarlo (¡junto a muchos más!) y, más tarde, reconocerlo si lo volvemos a ver. Este procesamiento, aparentemente tan simple, es posiblemente la habilidad visual más desarrollada del ser humano y posibilita la comunicación social, un aspecto primordial para nuestra vida.

Entonces, ¿cómo es la vida de las personas que sufren prosopagnosia? En 2010, el propio Oliver Sacks relataba en The New Yorker su experiencia al descubrirse afectado por este trastorno:

Mi problema para reconocer caras se extiende no sólo a las personas más queridas y más cercanas, sino también hasta mi propia cara. En varias ocasiones me he disculpado al casi tropezarme con un señor con barba, para más tarde darme cuenta de que ese barbudo era yo mismo reflejado en un espejo.”

Asimismo, la conocida primatóloga Jane Goodall también ha reconocido sufrir prosopagnosia, e incluso ha comentado que, en algunas ocasiones, no ha sido capaz de reconocer el rostros de los chimpancés a los que estudia. Según su testimonio: “Tengo serios problemas reconociendo a aquellas personas con una cara “común”… Suelo tener que buscarles un lunar o algo distintivo. ¡Es muy embarazoso!”.

Como señala Goodall, las personas afectadas suelen desarrollar ciertas estrategias para compensar su déficit, ya sea por ellos mismos o siendo entrenados explícitamente; para reconocer a familiares y amigos, estas personas utilizan ciertas claves contextuales, detalles que permitan diferenciar a la otra persona, como puede ser su voz, su pelo, alguna cicatriz o lunar, la forma de moverse, etc.

El último personaje conocido que ha reconocido creer tener prosopagnosia es Brad Pitt: Mucha gente me odia porque cree que estoy faltándoles el respeto. (…) Te dicen cosas como ‘Eres un egocéntrico. Eres un engreído.’ No soy capaz de quedarme con las caras que veo”. Como se desprende de sus palabras, el hecho de no poder reconocer a otras personas dificulta enormemente nuestra capacidad para establecer relaciones y comunicarnos con los demás.

Brad Pitt © Esquire Magazine.

En definitiva, gran parte de nuestra identidad, de lo que nos hace únicos y nos diferencia de los demás, puede conocerse con sólo mirarnos a la cara, y cuando esta capacidad se ve alterada, nuestras relaciones, nuestro conocimiento del mundo y, en general, nuestra vida, se puede ver fuertemente afectada.

Referencias
Benton, A. L. y Van Allen, M. W. (1972). Prosopagnosia and Facial Discrimination. Journal of Neurological Sciences, 15, 167-172.
Damasio, A. R., Damasio, H. y Van Hoesen, G. W. (1982). Prosopagnosia: Anatomic basis and behavioral mechanisms. Neurology, 32, 331-341.
Davies-Thompson, J., Pancaroglu, R. y Barton, J. (2014). Acquired prosopagnosia: Structural basis and processing impairments. Frontiers in Bioscience, 6, 159-174.
Lopera, R. F. (2000). Procesamiento de caras: Bases neurológicas, trastornos y evaluación. Revista de Neurología, 30, 1-5.

*Si os interesa conocer más sobre este tema, os recomendamos encarecidamente que leáis El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, de Oliver Sacks, donde se relata en detalle la historia de un hombre con prosopagnosia.