Tú eres quien escribes tu día.

Por Jesús Portilla Jiménez @podiotriunfador

Como escritor y comunicador, cuando me propongo escribir un nuevo libro, pienso muy bien la historia, los personajes, las acciones a desarrollar, el lugar o lugares, los sentimientos que deseo transmitir con su lectura y por supuesto, el objetivo final —esto más bien enfocado a una novela—, pero podríamos trasladarlo igual a una charla o conferencia.
¿Qué quiero decir con esto? Que nunca podré escribir mi libro, mi novela o mi historia, si dejo que la escriba otra persona. Al igual que nunca podré dar una charla en la que transmitir mis experiencias, mis conocimientos o mis sentimientos, si dejo que la prepare otro que no sea yo.
Tú eres quien escribes tu día. Desde que te levantas, hasta que te acuestas, empiezas a escribir la historia de tu día y, bien como si fuera una novela o bien como si es una charla para cien personas, nunca debes dejar que nadie varíe el contenido de los diferentes capítulos o el fondo de los diferentes temas y diapositivas.
Seguro que estarás pensando que esto es muy fácil decirlo, pero que las circunstancias nunca te dejan actuar como tú quieres, encontrándote obstáculos en el camino.
Efectivamente, puede que encuentres obstáculos —seguro que los encuentras—, pero, ¿qué piensas hacer? ¿Qué vas a escribir sobre ellos? ¿Van a impedir continuar tu camino o que por el contrario, los vas a superar y seguirás avanzando? ¿Se producirán, o el personaje está pensando sobre algo que puede que no ocurra como el piensa? La historia, muchas veces puede dar un giro a causa de un conflicto, pero la trama puede continuar hacia el objetivo si sigues escribiendo tu propia historia y no esa que intentan imponerte. Las circunstancias siempre dependerán de tu actitud ante ellas.
Cuántas veces al escribir alguna de mis novelas, cuántas veces en alguna charla, diferentes circunstancias me han obligado a desviarme del guión —a desviarme del camino previsto—, para incluso encontrar uno mejor que me lleve a ese final o a ese objetivo pretendido hacia mis lectores u oyentes.
También en la historia de tu día puede que encuentres personas en tu camino, detrás de la esquina, en la oficina, en la fábrica y, ¿qué piensas escribir? ¿Vas a encontrar gente amable, gente antipática o cómo piensas desarrollar la historia con ellos? ¿Vas a dejar que alguno escriba tu propio día, tu propia historia o pasarás la página y seguirás con el capítulo previsto?
Claro que vas a encontrar atascos, lluvias y tormentas, al mequetrefe de turno, problemas e imposiciones, pequeños obstáculos o grandes rocas en el camino que te pueden dificultar tu caminar y tu bien hacer, pero nunca te van a impedir que continúes con tus capacidades, tus dones, tu sonrisa, tu entusiasmo, tu alegría, tu pasión hacia tus objetivos; además de ese deseo de volver a casa con tu familia, abrazar a tu mujer y a tus hijos, y poder disfrutar de tus horas de descanso.
Muchos conocéis mi historia y sabéis que he tenido que reescribirla y adaptarla, porque también  los sueños se redirigen adecuándolos a las prioridades que uno mismo va eligiendo en su camino. Pero el lápiz, el bolígrafo, las teclas de tu portátil, siguen siendo tuyas y tú eres el que las manejas dando sentido a cada frase, a cada párrafo y a cada punto y aparte, para empezar un nuevo párrafo o un nuevo capítulo que te guíe nuevamente, como ese navegador que te dice «recalculando ruta».
En mi camino, he encontrado obstáculos, grandes rocas y esperpénticos mequetrefes, que directamente los he borrado de mi historia dejándolos en las páginas de atrás y he seguido escribiendo páginas nuevas, páginas llenas de cariño, llenas de estupendas personas, de amor, de esperanza, de valentía, de ánimo, de fantásticos y maravillosos sueños, que son los que han llenado y llenan mi vida y mi día a día.
Tú eres quien escribes tu día y siempre habrá frases, párrafos y capítulos que contarán alguna tristeza pero, ¿vas a permitir que el contenido de tu historia no acumule momentos de alegría, de sonrisas, de luz, de calor, de amor o de felicidad?
No tengas miedo y no dejes de escribir tu vida, esa vida que tú deseas. Los renglones torcidos, siempre se convertirán en líneas firmes y sólidas con tu pasión, con tu esfuerzo, con tu valentía, con tu actitud, con tu esperanza, con tu fuerza y confianza en ti mismo.
No tengas miedo y no dejes que nadie escriba tu vida.
Muchas gracias por estar aquí y por compartirlo