Cogí el otro día un libro que le regalaron a mi hijo hace años cuando hizo la confirmación y me fijé en una pregunta que incluía la dedicatoria de su catequista: ¿Quién será alas para enseñar a volar?
Una de las mayores satisfacciones que he sentido en mi trabajo, con mis compañeros, era cuando se acercaban a mi despacho a preguntarme, a pedir consejo, a solicitar ayuda o a saber simplemente mi opinión sobre determinado tema que les alumbrara para tomar una decisión.
Por supuesto y con gran alegría y orgullo —y todavía de una manera más mágica—, nunca podré olvidar la cantidad de consejos y conversaciones mantenidas con cada uno de mis hijos, así como con sus novi@s sobre tantos y variados temas para echar a volar y emprender el vuelo de la vida, que además continua en el día a día y que incluso ahora, siendo ya mayores, son ellos los que levantan sus alas para enseñarnos a nosotros a volar en otros muchos temas que dominan y donde nosotros dudamos dejar la tierra firme.
Solamente recordar la atención que prestaban a mis palabras —tanto unos como otros—, fruto del pequeño conocimiento o de la simple experiencia, significa para mí haber entregado un poco de mis alas para enseñarles a crecer y planear con la visión y perspectiva mucho más amplia que da el enfocar la mirada desde una mayor altura.
¡Qué fantástico es enseñar a volar! Poder compartir tus conocimientos, transmitirlos y regalarlos para que el comienzo de su vuelo sea una experiencia que le permita avanzar, con el respaldo de alguien que ha facilitado su aprendizaje, iniciándole en el camino hacia sus sueños o cualquiera de sus proyectos de vida.
Unos podremos enseñar a volar más bajo y otros podrán enseñar a volar más alto, pero en todos está la posibilidad de transmitir aquello que han recibido y desplegar sus alas para enseñar a volar.
Y si tú te atreves y eres valiente para surcar por los cielos, ¿por qué no transmites tu fuerza, tu valor y tu confianza para enseñar a volar? No entiendo. Nunca he entendido a esas personas con gran conocimiento y experiencia, que rechazan consultas, dudas y peticiones de ayuda, eludiendo sus ocupaciones y falta de tiempo. Personas que a su vez han recibido esa experiencia que muchos otros han compartido con ellos, alzando su vista a gran altura para que pudieran ver su futuro en toda su amplitud, llenándolos de la sabiduría necesaria para un camino más fácil.
¿No es fantástico enseñar a volar? ¿ No se siente una felicidad especial tan solo cuando observas al de enfrente con ganas de aprender, interesado en aquello que tú sabes? Puede parecer muchas veces que no te encuentras capacitado y que hay otros mejores para tal o cual asesoramiento, pero indudablemente siempre podrás contar tus experiencias e incluso sugerirles otras personas que pueden ampliar tu propia información. Pero el hecho en sí de que alguien se acerque a ti, sean tus hijos, familiares, amigos o compañeros para contar con tu opinión, es un orgullo. Hay muchas veces que simplemente un buen consejo, es ya un inicio para aprender a iniciarse a volar venciendo el miedo y comprender que el cielo nunca estará cerca si no se levanta nunca el vuelo.
¿Te has parado a pensar en la cantidad de dones, capacidades, cualidades y experiencias que puedes compartir y poner al alcance de quien tienes enfrente?
Tú puedes ser las alas del que no sabe volar porque aunque en tu vuelo alguna vez hayas caído, siempre podrás evitar que otros cometan tus mismos errores.
Enseñarás a volar,
pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar,
pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir,
pero no vivirán tu vida.
Sin embargo…
en cada vuelo,
en cada vida,
en cada sueño,
perdurará siempre la huella
del camino enseñado.
(Santa Teresa de Calcuta)
Muchas gracias por estar aquí y compartirlo. "Solo podemos iluminar el mundo si transmitimos luz"
"Solo podemos dejar huella con nuestra acción continua"