El color que véis en la foto no es el original. El original es mucho más clarito, es éste (espero que se aprecie, porque la fotografía no es mi fuerte), y la cámara es la del móvil.
Para cambiar el color tenéis varias opciones: tintes al agua, tintes al alcohol, que venden directamente hechos en las tiendas de bricolaje y manualidades, ceras teñidas....
Lo que yo he hecho es un tinte al agua casero. ¿Porqué al agua? Primero, es más fácil de limpiar. Segundo, como todo buen restaurador os dirá (criterios científicos de restauración, no aficionados) todo tratamiento que se aplique, especialmente a una buena pieza antigua, debe ser reversible.
¿Y qué significa que debe ser reversible? Pues que tiene que poder quitarse con facilidad cuando haga falta para poder limpiar, cambiar el barniz, restaurar, etc.
Como ésto es una caja de pino normalita, no hace falta ser tan estrictos, al contrario, es un buen soporte para experimentar técnicas de pintura, de tinte, de veladuras, y de lo que os apetezca.
Inconveniente de los tintes al agua: si cae agua encima queda mancha. Por ese motivo, no se puede dejar el mueble o caja sin dar un acabado encima, que puede ser barniz (al estar la madera sin tratar, el barniz que prefieras. O una capa de cera natural . A mi me gusta más la cera, por el brillo satinado que da y porque es más fácil de quitar y porque permite dar acabados muy bonitos cuando tiene color, pero todo depende de para qué vayas a usar la pieza; si es para exterior o mucho trote, lo mejor es el barniz sintético.
Espero que os resulte útil este consejo, y que si tenéis dudas me consultéis.