El profesor Gary Francione señala que todos padecemos una esquizofrenia moral en nuestra relación con el resto de animales. ¿Qué significa esa expresión? Intentaré explicarlo en forma muy concisa.
Por un lado, nos tomamos en serio los intereses de algunos animales no humanos. A algunos animales les atribuimos un valor moral y somos capaces de comprender que tienen deseos y emociones básicas similares a las nuestros. Muchos que en nuestro hogar convivimos con otro animal lo consideramos como un miembro más de la familia.
Sin embargo, al mismo tiempo consumimos productos que provenien de la explotación de otros animales que no difiere biológicamente de perros y gatos —o de nosotros mismos— en lo que se refiere a su capacidad de experimentar sensaciones y de tener intereses básicos como el deseo de vivir. Damos dinero para que exploten y maten animales sólo porque nos da placer usar sus cuerpos para comida o vestimenta.
Por tanto, explica Francione, esa forma de actuar es radicalmente contradictoria. Esto es, no es coherente que si entendemos que algunos animales merecen consideración moral porque son individuos que sienten y sufren entonces no extendamos esa misma consideración básica a todos los demás animales que igualmente sienten y sufren.
A esa situación es lo que Francione denomina esquizofrenia moral. El término quiere significar que nuestra forma de pensar y de comportarnos respecto de otros animales es profundamente confusa y contradictoria, porque pensamos y decimos una cosa —decimos que los animales importan y debemos evitarles sufrimiento innecesario— pero luego hacemos lo contrario de lo que decimos y no somos coherentes con nuestra propia intuición moral.
Hasta aquí estaría de acuerdo con la exposición del profesor Francione. Ahora bien, yo observo al menos dos puntos problemáticos. El primero es que el término en sí mismo no me parece el más apropiado. El segundo es que la explicación confunde una parte con el todo y, por tanto, la observación no se ajustaría a todos los casos que pretende englobar.
Intentaré explicar las razones que sostienen mi observación de manera breve en este ensayo.
¿Esquizofrenia?
Pienso que es cuestionable el uso del término "esquizofrenia moral". La esquizofrenia como tal es un trastorno en el cerebro —es un problema de origen neurológico— pero nuestra incoherencia moral no se debe a ningún tipo de trastorno o enfermedad, sino que es un problema en la mente, es decir, en nuestra manera de razonar, y no un trastorno fisiológico.
Hablar de "esquizofrenia moral" daría a entender que padecemos algún trastorno fisiológico que nos impide pensar y razonar de forma cabal sobre cuestiones morales. Pero no es el caso. La mayoría de la gente no tiene ninguna incapacidad para razonar moralmente . Otra cosa distinta es que no nos hayan enseñado a razonar o que prefiramos simplemente no pensar sobre la moralidad de nuestras acciones. Pero esto no es producto de ninguna esquizofrenia, sino de la educación que hemos recibido.
No niego que pudiera existir realmente la esquizofrenia moral en el sentido de tener una discapacidad fisiológica para razonar moralmente, con lógica, pero esto sólo se daría en ciertos individuos y es un diagnóstico que no se puede aplicar a la mayoría de la población.
Este uso del término "esquizofrenia" provocó en su momento bastante controversia dentro del ámbito animalista anglosajón y el profesor Francione escribió una nota explicando su razones para utilizar el término. Yo no estoy de acuerdo con la mayoría de las críticas que recibió porque casi todas ellas se referían a una supuesta "ofensa" hacia los enfermos de esquizofrenia. Pero esa crítica no tiene fundamento racional y si jugamos la carta de los sentimientos ofendidos entonces podemos siempre atacar cualquier cosa alegando que nos ofende sin aportar ningún argumento razonado que justifique nuestro rechazo.
El principal argumento de Francione para defender su posición se basaba en que su uso del término esquizofrenia era puramente figurado. De la misma manera que hablamos de ceguera en sentido figurado para referirnos a una falta de visión que no tiene en realidad que ver con un defecto fisiológico en la vista.
Sin embargo, puede suceder que cuando hablamos de ceguera en sentido figurado estemos expresándonos incorrectamente. Y entonces estaríamos también cometiendo el mismo error si hablamos de esquizofrenia en sentido figurado. Por ejemplo, si yo no puedo ver el color rojo entonces es lógico hablar de ceguera al color rojo. Pero si ocurre que simplemente no percibo el color rojo por que estar distraído entonces no se puede hablar de ceguera en sentido correcto.
No podemos excusar nuestro lenguaje apelando sólo a cómo se expresa la gente coloquialmente. Si determinada expresión no respeta la lógica no puede ser correcta.
Francione señala que uso el término de esquizofrenia como sinónimo de pensamiento confuso. ¿Por qué no hablar pues simplemente de confusión? Francione explica que la confusión a la que se refiere es una confusión muy profunda y compleja, y no se trata de una confusión normal.
Atendamos un momento a la siguiente noticia:
«Detenida una vecina de Sarria a la que acusan de arrojar al río 12 cachorros recién nacidos. La mujer fue sorprendida por dos pescadores en el mes de julio cuando tiraba el saco con los perros al agua.»Unos hombres que se dedican a herir y matar peces por diversión denuncian a una mujer por tirar a unos perros al río.
El profesor Francione muy probablemente calificaría esto "esquizofrenia moral". De hecho, en algunos de sus ensayos ha ejemplificado el concepto con casos muy similares.
No obstante, el problema es que yo no aprecio que haya nada moral aquí. Simplemente sucede que unos animales son considerados de utilidad para los humanos si están vivos —para servir de compañía— mientras que los otros resultan más utiles si se les mata para servir de comida o de mera diversión. Por tanto, está mal visto que se cause un daño gratuito que no corresponde con su función social asignada.
Eso no sería esquizofrenia moral. Eso es especismo. El especismo asigna a cada animal no humano una función concreta para satisfacer las necesidades o deseos de los humanos y es valorado instrumentalmente según el beneficio que nos aporte. Ni hay esquizofrenia ni hay confusión alguna. Lo que hay es un prejuicio basado en una visión antropocéntrica del mundo que considera que los humanos tenemos derecho a dominar y explotar a los demás animales.
Por tanto, nada de lo sucedido ahí tiene que ver con una preocupación moral. La mujer habría sido denunciada igualmente si hubiera tirado televisores al río.
Esto no es "esquizofrenia moral", es una discriminación moral en lo que se refiere a los animales no humanos. Es especismo.
Nuestra cultura no es esquizofrénica sino que es especista. Es decir, hemos asumido un prejuicio que hace distinciones morales arbitrarias entre los diferentes animales basadas en la especie. Los humanos se consideran dueños de los animales y que tenemos derecho a utilizarlos para nuestro beneficio.
¿Moral?
Francione afirma que sentimos afecto por uno animales mientras que hacemos daño a otros que son igualmente sensibles. Es cierto, pero esto no evidencia esquizofrenia moral. Para empezar, la ética no se fundamenta en los sentimientos sino en el razonamiento moral.
¿Por qué se supone que no sería coherente sentir afecto por un animal no humano concreto y al mismo tiempo estar a favor de la explotación del resto de no-humanos? No veo que hubiera ninguna incoherencia ahí, porque el afecto no es una categoría moral; es un fenómeno emocional.
Hay humanos que son criminales y agreden a otros humanos y los tratan como si fueran objetos, pero sin embargo sienten afecto por otros determinados humanos y los protegen y cuidan de ellos. Aquí no hay ninguna incoherencia propiamente dicha.
La incoherencia sucede si decimos que estamos de acuerdo en que no debemos dañar innecesariamente a los animales y al mismo tiempo practicamos acciones que causan un daño a los animales que es innecesario, como sería, por ejemplo, comer productos de origen animal.
Por tanto, yo no veo esquizofrenia. Sólo veo comportamientos motivados por gustos personales y creencias erróneas, que dejan a un lado la ética y el razonamiento moral. Para muestra, el siguiente párrafo publicado por el conocido escritor español Arturo Pérez-Reverte:
«Amo a los animales. Por no matarlos, ni pesco. Tengo un asunto personal con los que exterminan tortugas, delfines, ballenas o atún rojo. También prefiero una piara de cerdos a un consejo de ministros. Creo que no hay nada más conmovedor que la mirada de un perro: mataría con mis propias manos, sin pestañear, a quien tortura a un chucho. Sostengo que cuando muere un animal el mundo se hace más triste y oscuro, mientras que cuando desaparece un ser humano, lo que desaparece es un hijo de puta en potencia o en vigencia. Eso no quiere decir, naturalmente, que caiga en la idiotez de algunas sociedades protectoras de animales que dicen que cargarse a un bicho es un acto terrorista. Incluso, como apuntaban mis comunicantes, cada año voy un par de veces a los toros. Cada cual tiene sus contradicciones, y una de las mías es que me gustan el temple de los toreros valientes y el coraje de los animales nobles.»¿Todo este pensamiento es consecuencia de una "esquizofrenia moral" o es más bien falta de moral?
El planteamiento de Perez-Reverte no me parece un caso de esquizofrenia moral porque el individuo en cuestión no padece ningún tipo de alteración neurológica.
Tampoco es una confusión moral porque no hay nada propiamente moral ahí ni padece ninguna confusión.
Si la declaración es seria, entonces quien la escribió no basa su comportamiento en nada que tenga que ver con la ética sino que todo se basa en sus gustos personales según le conviene.
Mucha gente basa su relación con otros animales de acuerdo sus gustos y afectos personales. Por tanto, a algunos les tiene afecto mientras que a otros los repudia. Así que no podría haber esquizofrenia moral si primero no hay moral en nuestra conducta, y sólo nos basamos en preferencias subjetivas.
Conclusión
Por todo ello, estimo que la hipótesis de la esquizofrenia moral no sería tanto errónea sino más bien imprecisa o inexacta.
Por un lado, la verdadera esquizofrenia moral podría existir, pero este concepto no corresponde al fenómeno que Francione describe. La esquizofrenia moral sería un defecto biológico, pero el suceso al que Francione se refiere es un defecto ideológico. Digamos que es un error en nuestra forma de pensar, no un trastorno cerebral.
Por otro lado, la conducta que Francione denuncia no siempre se ajusta a la definición de esquizofrenia moral como confusión profunda, en lo que se refiere a la coherencia entre lo que pensamos y decimos y lo que hacemos. A veces esa conducta puede ser categorizada como incoherencia, pero en otros casos se trata de especismo y en otros casos se trata de actitud amoral.
Por tanto, si bien el significado al que se refiere es correcto; lo que no es acertado es aplicarlo a todos los casos que señala. En algunos se trata de mera confusión o incoherencia. En otros se trata del prejuicio del especismo. En otros es consecuencia de una falta de conciencia moral.
En definitiva, lo que intenta denunciar Francione es acertado en algunos aspectos pero me reitero en mis dos observaciones: que [1] el término empleado no sería el más adecuado, a mi modo de ver, y que [2] la confusión que describe no se ajustaría como causa a todos los casos que incurren en el comportamiento descrito.
De todos modos, no cabe duda que su reflexión tiene un importante valor explicativo y nos ayuda a una mejor compresión del problema que reside en nuestra relación moral con los demás animales.
Es claro que no tiene sentido es que alguien diga basar sus valores en la igualdad y el respeto pero luego discrimine a los demás animales sólo por no ser humanos.
No tiene sentido es que alguien diga estar en contra de causar sufrimiento innecesario a los animales y luego consuma la explotación animal.
Nada de esto tiene sentido y dicha incoherencia se puede explicar como consecuencia de una cultura antropocentrista que reprime nuestra empatía y nuestra conciencia moral para conseguir que veamos a los demás animales como seres inferiores que pueden ser tratados como esclavos.
Si estamos en contra de hacer daño a otros animales, sin una necesidad o una razón que lo justifique, incurrimos en una contradicción flagrante al continuar participando en la explotación animal, pues esta explotación es moralmente injustificable, es innecesaria, e implica infligir daño a los animales por el mero placer que nos causa consumir productos animales o por seguir la inercia de un hábito al que nos acostumbraron desde la infancia.
Si somos sinceros cuando afirmamos que nos importan los demás animales pero continuamos participando en la explotación animal entonces no estamos ajustando nuestra conducta a nuestro pensamiento sino que estamos actuando al contrario de lo que decimos creer y defender.