Un barco en Cannes, una alianza con Disney y el impulso por mostrar Uruguay al mundo: ¿cómo construir marca país a través de un festival de cine?

Por Pallares
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Unas sillas sobre la arena, mantas de abrigo y una pantalla gigante de cara al mar bajo las estrellas en la Bajada de Los Pescadores de José Ignacio. Así comenzó José Ignacio International Film Festival (JIIFF) en 2011, un festival internacional de cine con acceso gratuito que tiene lugar cada año durante la alta temporada de verano y este enero próximo cumplirá 15 ediciones.

Sus cuatro socios y cofundadores Fiona Pittaluga (directora y programadora), Mariana Rubio Pittaluga (programadora y encargada de Comunicación), Pablo Mazzola (programador y director de Working JIIFF), y Martin Cuinat (productor general), se unieron con la idea de impulsar la industria de cine nacional y aportar cultura en un balneario de veraneo.  

Con el tiempo, JIIFF fue creciendo en cantidad de días y películas programadas, extendiéndose actualmente por 10 días. También se amplió en sedes: además de sus clásicas funciones al aire libre, aptas para todo público, se exhiben películas en Pavilion VIK, un espacio cerrado con capacidad limitada.

Desde el año pasado, la apuesta alcanzó un siguiente nivel cuando el equipo se instaló en un barco en el marco del Festival de Cannes. “¿Cómo lográs destacar siendo un país tan chiquito, que nunca fue relevante en la industria?”, se preguntaron Fiona y sus socios. La respuesta: “Encantando a un director afamado de cierto país con una copa de vino nacional, mientras prueba un plato de La Huella”.

La delegación de JIIFF acaba de regresar de Cannes con su segunda experiencia a bordo del Alhambra, amarrado en el puerto durante una semana, tiempo en que fue sede de un intenso cronograma de actividades y oficina móvil de la Agencia del Cine y el Audiovisual de Uruguay (ACAU), institución encargada de diseñar las políticas públicas audiovisuales nacionales.

A través de esta hazaña el barco se convirtió en una especie de embajada flotante que del 14 al 20 de mayo funcionó como una vidriera de Uruguay al mundo con dos cocineros de Parador La Huella a bordo, cocinando platos típicos de un icónico restaurante de José Ignacio, bebidas y vinos de marcas nacionales y la música de un dj uruguayo, buscando llevar a Cannes parte de la esencia de la cultura uruguaya.

En una ciudad donde por tiempo limitado confluyen los principales actores de la industria cinematográfica mundial, pero también prensa internacional, embajadas y academia, JIIFF encontró el hueco para diferenciarse con estilo auténtico y valor agregado. Conversamos con su directora Fiona Pittaluga.

¿Cómo empieza tu interés o tu pasión por el cine? ¿De dónde viene eso?

Desde chica siempre quise hacer diseño de indumentaria, como que tenía muy claro hacia dónde quería ir. Me fui a estudiar a Buenos Aires, pero antes tuve que hacer el CBC, que es un ciclo básico obligatorio. Todas las carreras de diseño tienen un CBC bastante similar, ya sea diseño industrial, diseño de imagen y sonido, diseño de paisajismo. Ahí empecé a darme cuenta que me gustaba la indumentaria no desde el lugar de hacer y vender ropa, sino más pensando en el teatro o el cine. Cuando entré a la UBA (Universidad de Buenos Aires) tuve unas materias de imagen y sonido, y resultó un total descubrimiento. Me encantaban, me parecía muy divertido. Entonces empecé a cuestionarme hasta que me di cuenta que en realidad quería hacer otra cosa. Dejé en el primer cuatrimestre y arranqué con cursos de cine en distintos lugares. Luego empecé la carrera de imagen y sonido, todo un camino muy amplio sin saber exactamente hacia dónde ir. Probé dirección de arte, asistencia de dirección y dirección de fotografía, que me atrapó. Primero lo que tiene que ver con la iluminación y después lo que tiene que ver con la cámara.

¿Cómo nacen los ciclos de cine club en José Ignacio?

En el medio de toda esa etapa de cursos, me ofrecieron una beca en la Universidad del Cine (FUC) y mientras tanto empecé a hacer unos ciclos de cine en mi casa de verano de José Ignacio. Mi padre consiguió un proyector haciendo un trueque con un amigo, y así se armó un cine club para familia y amigos. Estuvo buenísimo porque rápidamente se tornó en algo impresionante. Había una actriz francesa muy reconocida que vivía en José Ignacio y se sumó a hacer unas proyecciones. Luego, por un amigo en común conecté con Manuel Antín, que es el director de la FUC, e hicimos una alianza para potenciar un poco esos ciclos de cine. Proyectábamos en mi casa y en el icónico restaurante Bajo el Alma. Eso lo hicimos durante tres febreros, hasta 2011 que surge la idea de hacer un cine bajo las estrellas. Los inicios, sin saberlo, de José Ignacio International Film Festival (JIIFF).

Fiona Pittaluga

Hablemos de JIIFF como potenciador de una industria no tradicional, que representa al país con valor agregado y creatividad. ¿Qué implicó posicionarse desde ese lugar hace 15 años atrás?

Es verdad que cuando arrancamos con el festival el cine en Uruguay no era una industria. A nadie se le ocurría que podía vivir del cine. Hoy en día la mirada es diferente, hay mucho trabajo ya sea en cine, series, publicidad. La exhibición también es un tema muy particular y novedoso, porque en las facultades de cine casi no se habla de los festivales ni de la exhibición ni de la distribución, que para mí es algo clave. Todo se suele enfocar en la producción de una película, pero no se termina de cerrar el ciclo que es cuando esa película se encuentra con la audiencia. Y es fundamental, porque cada vez es más difícil llevar gente al cine, especialmente a los jóvenes. Entonces sí, fue un desafío apostar al formato festival. También hacerlo descentralizado, porque en ese momento todo ocurría en Montevideo. Costó el prejuicio de José Ignacio y entender que allí pueden suceder cosas para todo público y no solo para los argentinos que llegan en verano.

¿Han tenido algún apoyo por parte del gobierno, ya sea a nivel impositivo o a través de algún programa de incentivo?

El festival arrancó como un festival privado, de apoyos privados, sponsors y vecinos. En general todos los festivales de cine arrancan por el Estado y por el lado de potenciar el turismo. Costó mucho siempre el apoyo público. Si había algo, era insignificante. Y fue mucho el esfuerzo nuestro hasta que logramos un interés en serio de algunas entidades estatales, entre ellas, la ACAU. De a poco logramos un apoyo muchísimo más grande. Todos los aportes públicos van directamente a la parte de industria, porque es bastante más difícil de financiar que las proyecciones de películas en el festival, debido a que el trabajo de industria es más “puertas adentro”. Otro apoyo importante que tenemos es por parte del Fondo de Incentivo Cultural. El apoyo que hay en general para festivales es muy bajo. Las películas necesitan apoyo, por supuesto. Pero no te sirve de nada tener muchas películas con mucho apoyo si después no tenés dónde exhibirlas. Es un ciclo.

¿Qué mirada tenés de la industria cinematográfica uruguaya hoy?

Estamos en un momento rebueno para la industria nacional. La ACAU, que es la Agencia del Cine y el Audiovisual de Uruguay, está con más fuerza que nunca a nivel internacional. Siento que se está haciendo un gran trabajo y que su gestión se asemeja más a la de una empresa privada. Eso hace que desde JIIFF nos sintamos muy contenidos y potenciados por todo lo que está pasando con el cine en el país.

Tienen una alianza con Disney, ¿cómo surgió esta oportunidad?

Empezó por un deseo de poner tener en el festival a dos películas de Disney, que eran Youth y The Lighthouse. Si bien nos parecía relejano acceder, el festival de José Ignacio se siente como un proyecto tan íntegro y auténtico que logramos una cierta empatía y reconocimiento de un montón de personas que se empiezan a transformar en amigos y hasta en embajadores. El hermano del director de Disney iba a JIIFF, así que a través de él lo contacté. Me escuchó y me dijo iba a hacer lo posible para ayudarnos. Al final esas películas no pudimos exhibirlas porque había mucha burocracia y aun no se habían estrenado en Estados Unidos, pero concretamos la alianza. Ellos nos dan películas, con prioridad en su catálogo, y no nos cobran los derechos.

 ¿Puede convivir el espíritu de cine de autor con un gigante comercial como Disney?

La realidad es que Disney compró Fox y tiene películas increíbles que hemos proyectado, como Nomadland, que ganó el Oscar. Es muy interesante igual la parte de industria, Disney y Star Plus. En una de las últimas ediciones proyectamos Coco, una película comercial para una audiencia familiar. Y fue un éxito. Contar con una empresa tan grande y con tanta potencia como Disney nos suma en todos los sentidos. Tenemos películas de Cannes, que es el festival más grande de cine de autor, y también de Disney. O sea que el festival de José Ignacio es para todos. Nunca nos cerramos a otros universos porque tampoco somos unos cinéfilos de nicho, siempre quisimos ser un festival para todo el mundo. Intentamos tener un perfil de películas que sean interesantes, que tengan su mirada de director, de autor, pero sin limitarnos.

Presidente de ACAU Facundo Ponce de León, benefactor de JIIFF John Pffefer y productor general de JIIFF Martín Cuinat

Acaban de regresar de Cannes, donde estuvieron sobre un barco por una semana. ¿Qué implica esta movida a nivel de gestión?

Es una locura. Por suerte teníamos la experiencia del año pasado, pero irnos a otro lugar a mostrar cómo es el espíritu de Uruguay y José Ignacio es un tremendo desafío. Uruguay XXI nos apoya con los costos de envío de todos los productos que llevamos desde acá, pero la gestión es nuestra: desde los pasajes hasta los permisos, lo engorroso de la aduana y cosas que parecen pavadas como definir la vajilla que vamos a usar en los eventos y alquilarla con un proveedor francés sin poder verla. También tenemos en Francia un equipo que se encarga de comprar algunos productos y enviarlos al barco con delivery. Con ciertos ingredientes viajamos de acá, porque allá no hay, como la grapamiel y el dulce de leche, que entre los extranjeros que llegan al barco son furor. Llevar a Parador La Huella a Cannes significó una gran apuesta, nos fuimos con vinos de bodegas nacionales, gin, vodka, vermú y grapamiel. Cada uno de nosotros viajó con un frasco de cinco kilos de dulce de leche en la valija.

 Más allá de la programación, que es el por qué ustedes viajan a Cannes desde hace ya varios años, ¿qué van a buscar allí con el barco y cómo sienten que representan a Uruguay?

La idea es que JIIFF crezca, pero también que la gente conozca José Ignacio, por eso llevamos a La Huella, a Fer, que es dj y dueño de bar Ferona, donde solemos realizar todos los eventos en la edición de verano. Todo esto es para lucirnos, pero también para que se luzcan ellos y sus marcas, para que puedan trascender en una vidriera que está abierta al mundo. Nosotros además del festival tenemos el espacio de industria Working JIIFF que funciona como un semillero del ecosistema audiovisual nacional. Desde ese lugar nos vamos a buscar aliados y hacernos conocidos para que instituciones y actores del cine se interesen en nosotros. En Cannes están los players más importantes para generar nexos, tender puentes y potenciarnos. También, por supuesto, hay algo de mostrarnos de la mejor manera posible: en un barco, con gastronomía local, con la bandera uruguaya flameando. Buscamos que todos quieran venir a conocernos como país, como balneario. Un punto de partida fue preguntarnos: “¿Cómo lográs destacar siendo un país tan chiquito, que nunca fue relevante en la industria?”. Esta es una forma. Encantando a un director afamado de cierto país con una copa de vino nacional, mientras prueba un plato de La Huella.

¿Qué ejemplos de alianzas que beneficien a la industria han surgido de la experiencia en el barco?

Son muchas las repercusiones que logramos en Cannes, tanto para nuestro festival como para la industria cinematográfica local. Los encuentros organizados por la ACAU a bordo permitieron intercambiar proyectos y oportunidades para la coproducción internacional a través de la presencia de representantes institucionales y productores de España, Alemania, Reino Unido, Bélgica, México, Brasil, Italia, Colombia. También se generaron acercamientos con films commisions de otros países como la German Federal Film Board, la Dirección General de Cine de República Dominicana, el Instituto Mexicano de Cinematografía y el British Film Institute. Con la delegación de Reino Unido firmamos un memorando en la edición pasada de JIIFF. Todas estas instancias significan la oportunidad de continuar construyendo, fortaleciendo y profundizando el vínculo entre países. También en Cannes nos volvimos a encontrar con MUBI, una de las plataformas de streaming más innovadoras del cine a nivel internacional, que también funciona como distribuidora para JIIFF, ya que nos brinda películas para la programación de verano.

También presentaron un fondo cinematográfico con alcance iberoamericano, ¿el impulso es solo de JIIFF?

Sí, el fondo es organizado por JIIFF y gracias al esfuerzo de nuestros Main Benefactors, María y John Pffefer, una pareja que acompaña al festival desde hace unos años y que nos ha permitido crecer un montón. De hecho, la experiencia en el barco en Cannes es gracias a ellos. El Fondo Pffefer del Sur es el fondo de capital privado más grande de la región y otorgará 50.000 dólares a uno de los proyectos de largometraje de ficción seleccionado para participar en JIIFF Lab, un espacio dirigido a directores y productores emergentes que busca brindar asesoramiento y fomentar alianzas en la industria. Lo particular de este fondo con respecto a la industria local es que, si bien pueden presentarse proyectos de toda Iberoamérica, si el ganador no es un proyecto de Uruguay, deberá conectarse y asociarse con un productor nacional que será el encargado de recibir y gestionar el dinero.

Este año están cumpliendo 15 años de JIIFF. ¿Cuál dirías es el aporte a la industria de cine nacional?

JIIFF siempre tuvo dos grandes objetivos. Primero la parte de ser un evento cultural y de aportar cultura en José Ignacio, ya que sentíamos que ahí había un espacio para trabajar. Ese fue el puntapié inicial y rápidamente apareció el segundo objetivo: hacer de JIIFF una plataforma a través de la cual apoyamos y potenciamos la industria de cine de Uruguay. Esto lo fuimos haciendo con el correr de los años de diferentes formas. De alguna manera la creación de Working JIIFF es la concreción de ese esfuerzo, ya que representa la sección de industria de JIIFF, donde generamos espacios de formación, convocatorias y networking, instancias para fomentar la coproducción internacional. Dentro de ese programa está JIIFF Lab que es un laboratorio de proyectos en desarrollo, a través del cual invitamos a actores de la industria a venir a José Ignacio para disfrutar de instancias de tutorías y reuniones con expertos. Organizamos también una competencia de cortos que tiene un jurado integrado por representantes locales e internacionales, a los que invitamos a vivir la experiencia haciéndonos cargo de pasajes, estadía y hospedaje.

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