El País ha publicado una información sobre los pepinos contaminados con la bacteria Escherichia coli. El final de la misma no tiene desperdicio. Por lo visto, el Instituto de Salud Carlos III registró 16 casos en 2009, han leído bién, 16 casos en un año -por cierto, no informan acerca de su evolución-. Y además parece que se trataba de la bacteria O 157:H7, que como dice el Catedrático Miguel Vicente con toda crudeza: ” es un bicho muy malévolo”, ya que produce unas toxinas que tienen el tamaño justo para taponar las células renales y como si ésto fuera poco, se adhiere a las inocentes lechugas de tal manera que no la quitas ni con cuatro lavados. Un médico argentino, psiquiatra y homeópata, me escribe para comentarme:
“A cuidarse entonces Miguel no de las espinacas ni de las bacterias malvadas sino de los que escriben con todo desparpajo semejantes notas en un periódico de difusión masiva”.
Dos de los párrafos que no satisfacen a este médico:
La bacteria E. coli es una de las más frecuentes en las infecciones alimentarias junto con la salmonela, indica el médico del Servicio de Microbiología del hospital La Paz de Madrid Jesús Mingorance. En 2009 -último año con datos-, el Instituto de Salud Carlos III registró 16 casos (nueve en País Vasco, cuatro en Aragón, dos en Castilla-La Mancha y uno en Aragón), de los que 14 eran del tipo de bacteria O157:H7 que parece que es la causa del brote en Alemania. “Es el tipo más grave, aunque no el más frecuente”, afirma el microbiólogo.
“Es un bicho muy malévolo”, afirma Miguel Vicente, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en el Centro Nacional de Biotecnología. Entre sus propiedades está producir una toxina que tiene justo el tamaño para taponar los poros de las células renales, afirma Vicente. Otra de sus características es que se adhiere de manera especial a las hojas de espinacas, lechugas o rúcula, por lo que resiste “hasta cuatro lavados”.
Que los pepinos que han resultado mortales sean ecológicos quizá sea lo que ha impulsado al gobierno alemán a precipitarse. Lo suyo es hacer una investigación antes de dar la voz de alarma. La mayor parte de la producción española de cultivos ecológicos va fuera, se exporta por el bajo consumo interno. España es una potencia en este tipo de producción y quizá ello no interese a quienes producen en formato convencional que ven en la agricultura ecológica y en su crecimiento un peligro. Al tiempo porque es posible que en lo sucesivo veamos más casos de “escándalos alimentarios” relacionados con la producción ecológica.