Un “centro” comercial naturalmente acondicionado: Clarke Quay

Por Javiermanzanero @gmgarquitectos

El proyecto de los británicos Alsop Architects para el barrio Clarke de Singapur es uno de esos proyectos de renovación urbana que aunque a primera vista es todo espectáculo tiene un buen fondo que logra aunar tecnología y tradición y en el que merece la pena profundizar.

Imagen: erwinsoo

El barrio de Clarke era a principios del siglo XIX un bullicioso espacio comercial próximo al río Singapur con estrechas calles llenas de vendedores ambulantes y comerciantes ubicados en las barcazas flotantes del río. En la segunda mitad del siglo XX el gobierno trasladó los servicios de carga a otra zona y trato de convertir el céntrico barrio en una zona de ocio, sin demasiado éxito, ya que tanto los turistas como los lugareños preferían comprar en los nuevos centros comerciales de la ciudad dotados de aire acondicionado. En 2002, el gobierno decidió, en un acto de valentía de esos que por aquí no se ven, invertir 60 millones de euros en revitalizar el barrio y convertirlo en un espacio que pudiera competir con los grandes centros comerciales sin convertirse en uno, es decir sin perder su esencia. Así es como surgió el proyecto de Alsop para el barrio de Clarke.

Imagen: pixculture

El proyecto se basa en la idea lógica y sostenible de conseguir moderar el clima existente en lugar de imponer un clima controlado artificialmente. Para ello plantea un paseo peatonal cubierto que utiliza una serie de elementos de sombreado y refrigeración energéticamente eficientes que logran reducir la temperatura de las calles en 5ºC, y aunque cinco grados no parecen muchos son fundamentales en una ciudad tan húmeda como Singapur.

Imagen: ePi.Longo

La sombra se consigue fundamentalmente gracias a una serie de gigantescos toldos-paraguas hechos de un plástico ligero llamado ETFE sobre el que se imprimió un hoja de aluminio que consigue un 80% de sombra, reduciendo de esta forma la ganancia de calor solar sobre las calles. A esto hay que sumar la sombra proporcionada por un gran número de árboles plantados a lo largo de las calles.

Además los bordes abiertos de las estructuras de sombra permiten que la brisa retire las acumulaciones de aire estratificado. Se aprovecha la brisa natural y se genera a su vez una brisa artificial con grandes ventiladores de cola de ballena de velocidad lenta colocados bajo los toldos que actúan a modo de elemento de refrigeración. Este sistema se hace más efectivo gracias al efecto Venturi, ya que la estrechez de las calles y su orientación hacia el río y el patio central aumentan la velocidad del aire.

Imagen: hj.west

El proyecto también incluye un gran plaza central con una serie de fuentes de agua fresca que contribuyen a recrear el efecto Alhambra, que consiste en un enfriamiento del aire que es empujado por los ventiladores al pasar sobre ellas. Un método simple y pasivo de aire acondicionado que se ve reforzado gracias a los grandes escaparates de las tiendas, superficies frías debido a los aires acondicionados del interior de las mismas que contribuyen a moderar el clima de la calle.

Imagen: oldandsolo

En resumen, el efecto combinado de todos estos sistemas permite conseguir una reducción de la temperatura de 5ºC utilizando un 85% menos de energía que los métodos de refrigeración convencionales utilizados en los centros comerciales, lo cual, nos lleva a una conclusión:  la reinterpretación de las soluciones históricas adaptadas a las condiciones modernas nos lleva a sistemas más sostenibles y eficientes sin necesidad de recurrir a la última tecnología . Así que seamos consecuentes y diseñemos espacios que por sí mismos mejoren las condiciones climatológicas del lugar.

-"Un “centro” comercial naturalmente acondicionado: Clarke Quay" originalmente publicado en ECOESMÁS: Un blog de arquitectura, diseño y urbanismo sostenible.-