Un día en Montpellier

Por Mvesblog @MVESblog

¡Buenos días soñadoras! Como sabéis, viajar es una de mis mayores motivaciones, el motor que me carga las pilas para poder luchar con la rutina después, y me siento afortunada, porque en los últimos meses he podido hacerlo con bastante frecuencia. 
Uno de mis últimos viajes fue a finales de noviembre, una escapada fugaz a Montpellier, Francia, para conocer una ciudad maravillosa, disfrutar de su ambiente navideño y ver el festival de las luces, que se celebraba justo en esas fechas. 
Es cierto que este destino no estaba entre mis preferencias, y es que, coincidiréis conmigo que muchas veces caemos en el grave error de desear visitar lo más conocido, viajar a grandes ciudades con renombre, destinos de moda... sin darnos cuenta que en muchas ocaciones tenemos lugares increíbles por descubrir a nuestro alrededor, a tan solo tres horas de distancia y un paseo en tren, y ni siquiera lo sabemos. 
He de agradecer a Renfe-SNCF la oportunidad de descubrir una ciudad de Francia que me había pasado totalmente desapercibida hasta ahora, y de hacerme ver que tengo pendientes un montón de escapadas que me robarán el corazón, como me ha pasado esta vez. 

Ruta del viaje 

Partimos desde la Estación de Sants de Barcelona a las 9:25h de la mañana, subimos a un tren de alta velocidad de dos plantas que nos llevaría hasta la cuidad francesa en tan solo tres horas. El viaje pasó volando, y he de reconocer que esto también fue gracias a la fantástica compañía, muchas de las chicas nos acabábamos de conocer, pero congeniamos enseguida, y pasamos todo el viaje entre risas, charlas y anécdotas.

A las 12:20h del mediodía llegábamos a la estación St. Roche, donde nos encontramos con Valérie, la persona de la oficina de turismo de Montpellier que nos acompañaría en este viaje. El traslado hasta el hotel lo hicimos en tranvía, el transporte mas adecuado para moverse en Montpellier y su área metropolitana. Son curiosos por su atractivo diseño: obras de arte firmadas por Garouste y Bonetti y Cristian Lacroix.


Nos alojamos en el Hotel Mercire Montpellier Centro, junto a la Place de la Comédie, en el corazón de la ciudad. Es uno de los espacios peatonales mas amplios de Europa, donde se sitúa el edificio de la opera y un buen número de bares y cafeterías, donde tomar una copa y disfrutar del ambiente, que ahora, en estas fechas próximas a navidad, es de lo más bonito con la decoración navideña. Destaca la bola del mundo, el árbol de navidad y el mercado




Una vez instaladas, y ya con ganas de probar la fantástica comida francesa, fuimos hasta el restaurante  A L'origine, donde pudimos probar su cocina tradicional a base de productos frescos y de temporada, ecológicos y con la filosofía slow-food. No sé si será porque soy una fanática del dulce, o porque con el embarazo la percepción del olor y el gusto se me ha acentuado mucho, pero aún recuerdo el sabor de la tarta de chocolate blanco con frutos rojos que comimos de postre como si fuese ayer.



Con el estómago lleno, y aún con algunas horas de luz por delante, estábamos preparadas para recorrer los lugares más emblemáticos del centro histórico de la ciudad y gastar las baterías de nuestras cámaras sacando fotos hasta tal punto de que se nos fue el tiempo y no nos dio tiempo a visitarlo todo.  
Las calles medievales de Montpellier tienen un ambiente mágico, mantienen la esencia del pasado y consiguen trasladarte a otro tiempo. Entre las más destacadas, no os podréis perder la Rue de la Valfère, la Rue du Bras de Fer, y la Rue de l'Argenterie; pero lo ideal es darse tiempo y perderse por sus rincones y visitar las tiendas donde encontraréis creadores, anticuarios y salones de té.







Entre sus monumentos más destacados pudimos ver el Arco de Triunfo, construido en 1692 en el lugar de una de las puertas de la antigua muralla, sin duda es un monumento que consigue trasladarte por un momento a la capital francesa. 
Tras la ruta y la posterior visita a una diseñadora y artesana del cuero, Carol Artémis, en el distrito de Saint Roch, donde se concentran gran cantidad de talleres de creativos, nos tomamos un tiempo de descanso para reponer energía y prepararnos para una noche muy emocionante. 





A las 18:30h comenzaba el festival Coeur de Ville Lumieres, donde los once lugares más importantes del patrimonio histórico de la ciudad, reflejan en sus fachadas proyecciones visuales 3D, acompañados de iluminación y sonido en diferentes atmósferas que nos dejaron asombradas en cada uno de los espectáculos. 
Terminamos el día con una cena de tapeo en Café Joseph, situado en la Place Jean Jaurès, un lugar con un encanto especial para ir a cenar por su decoración y el ambiente. Me gustó especialmente su oferta gastronómica, y seguro que volveré en mi próxima visita. 
Acabamos la jornada con un paseo entre risas hasta el hotel, y nos acostamos temprano porque el día siguiente a las 9:35h un tren nos llevaría de vuelta a Barcelona. 


Debo reconocer que me quedó esa espinita de no haber visto la ciudad más en profundidad; me encantaría conocer la Facultad de Medicina, la mas antigua del mundo occidental, hacer turismo enológico por la zona, dado que es un importante centro vitivinícola del Languedoc y visitar su zona de costa; por ello, ya estoy convenciendo a mi chico para planear un próximo viaje los dos lo más pronto que podamos. 

En cuanto a mi look, fue todo una suerte recibir días antes la caja de Lookiero con las cinco prendas que había elegido mi personal shopper para mí. Fue un acierto y no tuve ni que esforzarme para planear mis looks. Para el día escogí ir de lo más práctica con unos leggins gruesos premamá; mi prenda favorita a día de hoy, una camisa estampada a cuadros con chaqueta de punto color mostaza y botas mosqueteras. ¡No pude escoger mejor! 
¡Espero que os haya gustado!