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Una investigación ha demostrado una relación entre el estatus social y la regulación genética
¿Puede la clase social determinar nuestra expresión genética? Se sabe que el bajo estatus social, tanto en humanos como en otros primates, está relacionado con un riesgo de enfermedad mayor debido a las diferencias en cuanto al acceso los recursos disponibles. Sin embargo, estas asociaciones se ven afectadas por cuestiones de causalidad.
Ahora, de acuerdo con un trabajo que se publica en «The Proceedings of the National Academy of Sciences PNAS», parece que nuestro rango social podría afectar directamente, al menos en un grupo de macacos rhesus, a la expresión de nuestros genes.
Según el estudio coordinado por Jenny Tung, del Centro Nacional Yerkes de Investigación de Primates en Atlanta (EE.UU.), la clasificación de un macaco dentro de su entorno social, además del estrés que acompaña a dicha situación, altera la expresión de cerca de mil genes.
La investigación es la primera que ha demostrado una relación entre el estatus social y la regulación genética de los primates en un genoma de gran escala, dejando al descubierto un fuerte vínculo entre el medio ambiente social y la biología.
Los investigadores se cuestionaron si el rango social puede determinar la aptitud o viceversa. Para ello, analizaron una serie de macacos hembras y las asignaron a distintas clases sociales; a continuación fueron cambiando el orden de introducción de cada animal en una clase social. Sorprendentemente, los investigadores vieron que podían predecir el rango social de un individuo con una precisión del 80% gracias a las diferencias en la expresión génica de las células del sistema inmune de 49 monas.
Comprobaron que después de que algunos de los macacos cambiaron su rango social, sus datos de expresión génica también sufrían una modificación, lo que permitía a los investigadores determinar la clase social. Y todo gracias a un sencillo análisis de sangre gracias al cual podían determinar que los animales de menor rango tenían una menor cantidad de células T que los que pertenecían una clase social superior.
Estos resultados sugieren que la «preeminencia social» afecta a la expresión de genes en las células responsables de la vigilancia inmunológica en primates no humanos y posiblemente, también en humanos. Para Tung, hay algo «perverso» en el hecho de que el rango social de un individuo pueda determinar la expresión genética y su capacidad de respuesta ante las enfermedades; pero también hay un lado optimista: «Los animales que cambiaron su estatus social alteraron también su expresión genética; es decir, no estamos atrapados».