La primera obra (1885-1889) que Antoni Gaudí -el arquitecto más peculiar y singular del Modernismo- regalaría a la ciudad de Barcelona y que ha sido declarado Bien del Patrimonio Mundial por la UNESCO. Gaudí tenía sólo 34 años cuando recibió el encargo de construir la residencia privada de la familia Güell, y curiosamente no fue en el Eixample, una zona en plena expansión donde se iba instalando la burguesía, sino en el Raval, que a finales del siglo XIX sufría cierta degradación. Quizás no parezca muy lógico que Eusebi Güell, con diez hijos, se fuera a vivir a esa calle en 1888. Uno de los motivos principales por los que decidió construir el Palau Güell en el Raval fue que había heredado una casa en la Rambla de los Caputxins, donde fue a vivir en 1884, y que unió con el Palau Güell a través de un corredor; de esta manera se puede afirmar que el Palau Güell fue concebido como una ampliación de la casa unifamiliar de la Rambla.
Eusebi Güell fue un empresario y político destacado pero también un impulsor de la cultura catalana, de las letras y las artes, confió en Gaudí en un momento en el que todavía no era conocido, supo ver su talento y le encargó la construcción de este peculiar palacio urbano.
El aristocrático mecenas de Gaudí dio libertad presupuestaria al arquitecto para construir un original y suntuoso palacete que pudiera acoger reuniones políticas, velada culturales y literarias, conciertos y recepciones a invitados ilustres. Dicho y hecho, Gaudí utilizó los mejores materiales nobles y el coste de la construcción se disparó enormemente. El resultado final fue una auténtica obra maestra, la primera obra de Gaudí y uno de los primeros edificios, sino el primero, del Art Nouveau a escala mundial. El Palau Güell de Gaudí es un espacio insólito en el que prima el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz, y que insinúa muchos rasgos esenciales de la producción posterior de Gaudí.
La fachada del Palau Güell, de líneas sugestivamente venecianas, está construida con una piedra de aspecto severo en la que destaca sobremanera el diseño de hierro forjado que cubre los tímpanos de los dos arcos parabólicos de entrada y salida y que da forma al majestuoso escudo con las cuatro barras catalanas, que preside la fachada.
A partir del vestíbulo, una escalera noble conduce —pasando por el entresuelo— a la planta noble del edificio, donde se encuentra el salón central, la auténtica joya de la corona del Palau Güell: un sorprendente, misterioso y telúrico espacio coronado por una cúpula parabólica situada a gran altura. La cúpula, perforada por un óculo central y una serie de pequeñas aberturas en forma de círculo que filtran una tenue luz indirecta, confiere al salón una curiosa apariencia que para unos recuerda a un planetario bajo la luz del día, y para otros, la sala central de un hammam árabe. En el salón central, donde se encuentra la consola del órgano del Palau Güell y una capilla cerrada por dos puertas, se celebraban conciertos y también oficios religiosos.
Este salón central es el eje vertebrador a partir del cual se configura todo el espacio del edificio, y al mismo tiempo es un espacio de relaciones visuales con los pisos superiores del palacio.
Esta azotea presume de las veinte chimeneas ideadas por Gaudí y restauradas entre 1988 y 1992. En su restauración se completaron los modelos originales, pero respecto a las chimeneas que habían perdido todo su revestimiento, se optó por una reinterpretación contemporánea dirigida por los arquitectos restauradores del edificio y por diversos artistas plásticos catalanes. Las chimeneas gaudinianas, todas ellas únicas y diferentes como si se tratara de distintos bocetos de un modelo idealizado, recuerdan, con un poco de imaginación, a un grupo de árboles y representan probablemente uno de los primeros esbozos del proyecto que Gaudí culminaría años después en la azotea de la Pedrera. En esta obra, Gaudí usó por primera vez el trencadís, un revestimiento elaborado con fragmentos irregulares de cerámica, que el arquitecto de Reus y el Modernismo adoptaron posteriormente como uno de sus principales signos de identidad.
En el otro extremo del palacio, en el sótano, se encuentran las caballerizas, de bóvedas de ladrillo apoyadas en columnas fungiformes también de ladrillo, una arquitectura espectacular concebida para acoger las cuadras y las habitaciones de los palafreneros de palacio. Se trata de uno de los paisajes más enigmáticos, sugerentes y conocidos de la arquitectura gaudiniana.
Eusebi Güell, su mujer y sus hijos, vivieron en el palacio hasta la década de 1910 en que se trasladaron al Park Güell. Posteriormente, algunos hijos estuvieron viviendo en el palacio hasta la Guerra Civil. Al estallar la guerra, el Gobierno de la Generalitat lo destinó como comisaría. Posteriormente, la hija mayor, Mercè Güell, que lo heredó, no pudiendo hacerse cargo de su mantenimiento, lo cedió a la Diputación de Barcelona a cambio de un vitalicio el año 1945.
El 26 de mayo de 2011 el Palau Güell abre de nuevo las puertas al público después de unos años de restauración integral.
Palau Güell
Dirección
(PALACIO GÜELL). Nou de la Rambla, 3-5.
Horario
Verano, del 1 de abril al 31 de octubre: de 10 a 20 h (última hora de acceso a las 19 h).
Invierno del 1 de noviembre al 31 de marzo: de 10 a 17.30 h (última hora de acceso a las 16.30 h).
Abierto: de martes a domingo y lunes festivos.
Cerrado: lunes no festivos, 1 de enero, del 6 al 13 de enero y el 25 y 26 de diciembre.
Entrada gratuita.
Temporada de verano: domingos de 17 a 20 h.
Temporada de invierno: primer domingo de mes.
El 23 de abril, el 18 de mayo y el 24 de septiembre.
Precios y descuentos
Tarifa general: 12,00€
Reducida: 8,00€
Descuento de la Ruta del Modernismo: 30% sobre la tarifa general.
Información
Tel.: 934 725 775
Fax: 934 725 772
palauguell@diba.cat