Hoy en un Paseo por el arte... ¡El perro de Goya!
Perro semihundido, 1821-1823
Fresco, 134 x 80 cm
Esta obra es una de las más inquietantes del artista aragonés. Tanto desde un punto de vista de ubicación como de tratamiento podría considerarse que pertenece a la serie de Pinturas negras. Sin embargo, el estilo de ésta es distinto. Tiene como protagonista a un perro que se hunde en las arenas movedizas. La única parte de su cuerpo que aún no ha sido engullida por las terribles arenas es la cabeza que levanta en un acto de desesperación. El aspecto del perro es similar al de los personajes que poblaban La romería de san Isidro o a los que se reunían en el Aquelarre.
La composición, que es claramente vertical, está prácticamente vacía y el tema está acotado por una diagonal sobre la que se encuentra el perro. La división entre el cielo y la tierra no responde a criterio alguno, dado que ambas partes poseen los mismos colores, tonalidades amarillentas y oscuras, y la única manera de distinguirlas es a través de la intensidad lumínica.
1. La diminuta cabeza del perro frente al vasto paisaje en el que se emmarca recuerda en cierto modo a las obras características del romanticismo alemán, donde el ser vivo, en este caso el animal, es una pequeña mancha negruzca que quedará sepultada en la sombría atmósfera de marrines y grisáceos.
2. El cielo amarillo que se funsiona con la tierra es un escenario un tanto desalentador y que, por consiguiente, sirve de marco perfecto para la escena que contemplamos.
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