Con un poco de paciencia y con muchas ganas de transformar un patio trasero en un rincón que reflejara la personalidad del propietario, se puso manos a la obra y convirtió un patio normal en un pequeño jardín que respira diseño por todos sus poros.
Una de las piezas fundamentales y que yo destacaría por encima de todos los detalles del jardín, es su pavimento. Mezcla con maestría piezas rectangulares y redondas, creando un fuerte contraste en el paisaje.
Otro punto destacable es el pequeño estanque con esferas de colores vivos, que aportan una pincelada de color muy especial. Este pequeño estanque sirve también como división entre la zona de estar y la zona de comedor.
La combinación de macetas redondas, y pequeñas columnas, siguen aportando el mismo contraste que el suelo, como si del ying y el yang se trataran.
Las plantas bajas se salen de sus arriates y al igual que las macetas redondas suavizan las formas rectas que las delimitan.
Todo el jardín se enmarca dentro del fondo de color naranja de la casa, fuera de cualquier convencionalismo, imponiendo la fuerte personalidad del propietario.
Fuente Sunset