Hace poco me volvió a salir un pelo con el superpoder de crecimiento. Es como si los que están al mando de la nave, no recuerden darle órdenes de que deje de crecer. Normalmente, los pelos del cuerpo suelen ser de unos dos milímetros de largo. Este, la última vez que lo vi, ¡llegaba a más de un centímetro! Era increíble, ahí estaba, en medio del brazo, salía finito, rubio y largo. Quedaba disimulado enredado entre sus otros compañeros de corta estatura y allí entre ellos hacía vida e iba creciendo tranquilo. Daba gusto, cuando lo detectaba, lo estiraba, lo acariciaba y veía como su longevidad cada vez era más espectacular.Me encantaba presumir de mi pelo. ¡Mirad un fallo de mi sistema! ¡A ver si voy a ser Spiderwoman y no me enterao! Por si acaso, que tan loca no estoy aunque acaricie mi pelo larguirucho, jamás lo puse a prueba y no me colgué de un edificio pendiendo de él. Un día, tristemente, como es normal en los pelos desapareció. Removí entre sus compañeros pero ya no estaba. Había desaparecido. Se había desprendido sin previo aviso de mi cuerpo. ¡Adiós querido pelo larguirucho!No era la primera vez que sentía el abandono de un pelo subdesarrollado. Hubo un tiempo en que, en otro punto de mi cuerpo, entre mis costillas apareció uno de idénticas dimensiones. No podía jugar tanto con él al hallarse oculto debajo la ropa pero siempre me sorprendía gratamente encontrarlo cada día allí creciendo a lo salvaje. ¿Qué hará que un pelo se desmarque en su crecimiento y se vuelva loco? ¿Será una cuestión hormonal que en un punto concreto de nuestro cuerpo una hormona se vuelva majareta y como si se tratase de una araña se pone a tejer pelo como si no hubiera un mañana? El caso es que hoy, he vuelto a mirar el punto en que estaba mi pelo larguirucho y… ¡Joder había otro! Sobresale sobre el resto de sus compañeros o sea que imagino que también será un pelo de características especiales. Yo, si eso, voy siguiendo su trayectoria, que aspira a ser casi tan larga como el anterior, y os voy informando.