Muchos de los mismos nutrientes que ayudan a sanear la piel son también responsables del crecimiento y mantenimiento de una buena mata de pelo.
Además de las vitaminas y minerales mencionados para le piel, los dermatólogos aseguran que es importante incluir suficiente hierro y proteínas en la dieta. La causa más común de la caída del pelo en las mujeres no menopáusica es la falta de hierro. Se recomiendan 18 MG al día. Además, la escasez de proteínas en la dieta puede causar pérdida del brillo y la vitalidad. Por eso, los nutricionistas recomiendan entre 45 y 56 gramos diarios de proteínas.
Uñas rosadas y sin problemas.
No resulta sorprendente que las uñas necesiten muchos de los mismos nutrientes que el pelo y la piel. Si la dieta es pobre en ellos, las uñas se verán afectadas.
Una de las causas más comunes de las uñas débiles es la deficiencia de hierro. La escasez de vitamina A y calcio también las vuelve frágiles, mientras que una ingesta insuficiente de vitamina B las reseca y debilita.
La deficiencia de zinc con frecuencia se traduce en forma de manchas blancas. La falta de proteínas, ácido fólico y vitamina C puede causar padrastros.
La influencia de la dieta en la piel.
A pesar de que la mayor parte de los dermatólogos opinan que hay aún pocos datos que corroboran la influencia de la dieta sobre el acné, hay otros que afirman que, en algunos individuos, ciertos alimentos sí provocan brotes de acné. Como cada caso es diferente, las causas también pueden serlo. Por ejemplo, los langostinos pueden causarles problemas a unos y el chocolate a otros. Por eso lo mejor es probar, eliminando los alimentos sospechosos de la dieta.
La rosácea, una enfermedad de la piel de origen desconocido que causa rojeces en la zona de las mejillas y la nariz, se agrava con frecuencia debido a ciertos alimentos, sobre todo aquellos que causan un “subidón”, como el alcohol, el café y las comidas picantes. Para combatir esta afección, hay que hacerse con buenas reservas de vitamina A, ya que ayuda a la formación y la curación de los tejidos. Lo mismo pasa con las vitaminas del grupo B, especialmente la B, resultan de utilidad. Estas vitaminas combaten el estrés de diferentes maneras: por ejemplo, intervienen en la función de la glándula adrenal, regulando la producción de adrenalina, y ayuda a sintetizar neurotransmisores como la serotonina.