Un pueblo cuando llueve

Por Masqueudos

Un pueblo cuando llueve es mucho más pueblo todavía. Parece que la piedra en las casas viejas se pone a brillar y en los charcos se refleja cada calle como es y como era. Igual. Un pueblo cuando llueve es para la gente que lo habita porque el que no está acostumbrado sale huyendo enseguida, escapando de la bata de guatiné y los braseros como una buena alternativa.

Pero la lluvia de los pueblos es el alimento que necesita. Después de días de trasiego con arados, sembradoras, tractores y otras maquinarias, el pueblo se calma y se asoma a la ventana a contar las gotas. Plin, plin, plin. Un litro para el trigo. Plin plin plin. Otro más para la colza. Plin plin plin. Y para la cebada.

El agua, en el pueblo, más que en ningún sitio, es el sustento de los que lo habitan.