Me encanta la siguiente foto, en la que se pueden ver varios de los complementos que ofrecen: adoro los zapatos, los cinturones y esos bolsos. Sus prendas, piezas únicas, son elegidas personalmente por sus dueños, un matrimonio de origen inglés que ha recorrido ciudades como Nueva York, París, Milán, Berlín o Londres en busca de estas joyas vintage.
Por cierto, también acogen en su local exposiciones de fotos como éstas: definitivamente, en Biba Vintage moda, arte y cultura se dan la mano.
Está bien, hablemos de precios. Es evidente que aquí no encontraremos esas gangas-gangas-tirao-de-precio-me-lo-quitan-de-las-manos, ya que la calidad de los tejidos y acabados es superior a la de otras tiendas vintage. No obstante, para darse un capricho sus precios son bastante recomendables, aptos para todos los bolsillos -siempre que busquen cierta autenticidad y calidad, claro-. Personalmente he de decir que el día que fui me quedé maravillada con todo pero no me compré nada. Era la hora de comer y tenía prisa, tenía que ir a comer el menú del día de A 2 Velas y además, creo que estábamos a final de mes, con lo que ello conlleva... De todas formas, sé que voy a volver. Porque, ¿qué mejor plan para una tarde de abril que tomarse un café en Lolina Vintage (si consigues sitio, yo aún no he conseguido entrar...) recorrer después algunas de las tiendas de la calle Espíritu Santo, para acabar rebuscando en el armario de Biba? Además, el logo de su tarjeta es genial: una pin-up enseñando el culo; sí, sí, como lo oís: