Como hemos ido viendo a lo largo de este blog, la alimentación es esencial para la salud, pero ¿necesita una enfermedad "rara" una alimentación también "rara"?
No dejes que la Hipertensión Pulmonar siga siendo "rara" para tí... ¡Acompáñame!
¿Que es la hipertensión pulmonar y por qué es "rara"?
El término "enfermedad rara" se refiere, no a que sea una enfermedad extraña o misteriosa, sino a lo poco frecuente que es, pues se aplica este calificativo a aquellas patologías que sufre un tanto por ciento muy bajo de la población (menos de 5 de cada 10.000 personas). A veces son llamadas también "enfermedades huérfanas" para indicar que se encuentran más desatendidas que otras más comunes; el que afecte a tan pocas personas hace que sea menos "interesante" para el mercado e incluso para las campañas de salud pública.Láminas Icarito
La hipertensión pulmonar es una enfermedad grave y progresiva que provoca cambios vitales y afecta a pulmones y corazón. Sus síntomas más frecuentes son disnea (sensación de falta de aire), cansancio, mareos y desmayos, y empeoran con el ejercicio. Debido a la inespecificidad de estos síntomas, el diagnóstico suele retrasarse, lo cual resulta muy perjudicial para el enfermo, pues un diagnóstico precoz y el establecimiento de un tratamiento adecuado son esenciales para un mejor control de la enfermedad.
Afortunadamente, en los últimos años se han producido avances importantes en el conocimiento de la patogenia de la hipertensión pulmonar así como en su tratamiento, lo cual aporta una buena dosis de esperanza a los enfermos y a todos los que, de alguna forma u otra y muy a nuestro pesar, hemos tenido que dejar de considerarla una enfermedad rara para empezar a convivir cerca de ella.
¿Cómo debe alimentarse el enfermo de Hipertensión pulmonar?
Y, pasando a nuestro campo, ¿crees que puede la hipertensión pulmonar, que tantas investigaciones y dudas suscita, beneficiarse de cambios en nuestra alimentación diaria? ¿Requerirá de una dieta especial o complicada de seguir? Por suerte, no.
Las pautas alimenticias aconsejadas para los que sufren esta enfermedad se acercan tanto a la dieta sana habitual que me atrevería a decir que la mayoría de los consejos que se han ido dando en este blog a lo largo de su corto año de vida son perfectamente aplicables para ellos.Así, si seguimos los consejos de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), un paciente de hipertensión pulmonar debe:
- Controlar el aporte de calorías de la dieta, y su procedencia, para mantener un peso saludable. A ese respecto tienes muchos artículos en el blog que te pueden ayudar como este, este y este.
- Disminuir el consumo de hidratos de carbono refinados, dando prioridad a los cereales integrales. En el blog uno de los retos planteados fue cambiar el pan blanco por integral ¿lo recuerdas?
- Evitar los alimentos ricos en grasas saturadas, colesterol y grasas hidrogenadas (trans) y consumir preferentemente las grasas en forma de pescado azul, frutos secos y aceite de oliva. Aquí puedes leer un poco más sobre las grasas saludables.
- Aumentar el consumo de alimentos ricos en vitaminas y minerales, sobre todo potasio y magnesio, como las frutas y las verduras, pues es esencial evitar la retención de líquidos.
- Aumentar la proporción de fibra en la dieta. Como vimos en esta entrada, la FESNAD y la SEEDO, entre sus recomendaciones dietéticas fuertemente basadas en la evidencia (recomendaciones de grado A y B) recogen que "Aumentar el consumo de fibra a partir de alimentos de origen vegetal puede evitar la ganancia de peso en adultos sanos"
- Disminuir el consumo de sal. Para ello recuerda que no basta con controlar el salero, hay más alimentos de los que imaginas que contienen una elevada cantidad de "sal escondida"; ¡aprende a saborear la vida sin sal!
- En cuanto a actividad física, debe evitar los grandes esfuerzos pero es ideal que realice un ejercicio moderado, como caminar, a diario.
Otro aspecto importante a tener en cuenta es que los fármacos anticoagulantes están muy presentes en el tratamiento de la hipertensión pulmonar y que suelen existir muchas dudas acerca de su incompatibilidad con ciertos alimentos. ¿Qué criterios siguen los médicos hoy en día?
Alimentación y anticoagulación
Para impedir que pequeños trombos obstruyan las, ya de por sí estrechadas, arterias pulmonares, a algunos pacientes de hipertensión pulmonar se les administran anticoagulantes como el Sintrom (aldocumar).
En este documento elaborado por el Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Carlos Haya de Málaga y publicado por la SEEN, se informa de que los alimentos ricos en vitamina K (hortalizas de color amarillo oscuro o verduras de hoja verde como las espinacas, el brócoli, el repollo, la lechuga romana, las endibias, la col rizada, la remolacha, los espárragos y algunas clases de soja fermentada) deben ser controlados en la dieta de los pacientes anticoagulados, pero añaden que "tan inadecuado como consumir una excesiva cantidad de este tipo de alimentos es el dejar de tomarlos por completo ya que su dieta sería deficitaria en vitamina K y podría ponerse en situaciones con peligro de hemorragia".
Además de los alimentos citados, también existen en la dieta otras fuentes importantes de vitamina K menos conocidas como los kiwis y frutas secas como higos, pasas y ciruelas pasas. Por otra parte, los aceites vegetales hidrogenados que contienen las margarinas y productos de bollería industrial, comida rápida y precocinados, además de ser insalubres como ya hemos visto en varias ocasiones, contienen una forma de vitamina K que puede influir en el control de la coagulación.
También las bebidas alcohólicas pueden influir en el efecto de los anticoagulantes, por lo que, si tienes costumbre, puedes seguir tomando una copita al día de vino o una cerveza, pero un consumo excesivo de alcohol, como en cualquier otra situación, está desaconsejado (aumenta el efecto de la medicación anticoagulante).
Como vemos, lo importante es que la dieta, además de variada y equilibrada, siga unos patrones estables donde no suela predominar un solo alimento más que otros y donde la ingesta de calorías y nutrientes diaria sea, en lo posible, más o menos constante. Si estoy acostumbrado, por ejemplo, a comer ensalada de col una vez por semana y revuelto de espárragos con la misma frecuencia, no hace falta que los suspenda de mi dieta porque esté en tratamiento anticoagulante, pero debo saber que son alimentos que no pueden estar presentes cada día ni en cantidades muy superiores a las que estoy habituado.
Suplementos y anticoagulación
Tenemos el falso concepto de que todo aquello que lleve la etiqueta de "natural" es sano y, basándonos en esta errónea idea, no dudamos en complementar nuestro tratamiento médico con autoprescripciones de suplementos alimenticios, complejos vitamínicos, infusiones o preparados de hierbas medicinales (¡¿Cómo va a ser mala una hierba...?! Que se lo digan por ejemplo a la cicuta, con su "saludable" contenido en neurotoxinas que inhiben el funcionamiento del sistema nervioso central...).
En el caso de los anticoagulados, esto adquiere una peligrosidad aún mayor porque no estamos hablando de que un paracetamol nos quite o nos deje de quitar el dolor de cabeza; nos estamos arriesgando a sufrir una trombosis o una hemorragia por no consultar a nuestro médico antes de tomar ese preparado del herbolario que a la vecina le sentó tan bien para el dolor de piernas... ¿Crees que vale la pena?
Existen plantas muy utilizadas que tienen efectos anticoagulantes, por lo que potenciarían el efecto de una medicación con el mismo fin. Son por ejemplo el Gingko biloba, el jengibre, el sauce (recuerda que de su corteza se extrae el principio activo de la Aspirina), el ajo y los preparados con altas dosis de flavonoides, muy utilizados por sus propiedades antioxidantes
Otras como alfalfa, castaño de Indias, cola de caballo, hamamelis, hipérico, mirtilo y ortiga verde tienen el efecto contrario, con lo que contrarrestarían la acción del anticoagulante, favoreciendo la formación de trombos.
Siempre es aconsejable contar con asesoramiento profesional antes de añadir cualquier tipo de suplementos a nuestra dieta, por muy naturales e inocuos que nos parezcan, pero aún más si estamos hablando de enfermedades graves como la hipertensión pulmonar, que requiere de un tratamiento muy controlado. En estos casos, siempre os aconsejo consultar directamente con vuestro médico antes de hacer cualquier cambio en la dieta.
Acabo aquí este pequeño repaso a la alimentación en la hipertensión pulmonar (que en esencia ha sido un repaso a una alimentación sana) animándoos a todos a que nos acerquemos un poco más a esas enfermedades que llamamos "raras", sin esperar a tener la mala fortuna de que sean ellas las que se acerquen a nosotros.
Siempre hay formas en las que podemos ayudar a que estos enfermos no se sientan "huérfanos" del apoyo y la ayuda que tanto necesitan y, aún más, merecen. Haz lo posible por aportar tu granito de arena a favor de las enfermedades raras, ya sea con voluntariado, económicamente o simplemente conociéndolos para estar más cerca de ellos, porque, como nos dicen desde la Asociación Nacional de Hipertensión Pulmonar...
PD. No hace falta que escriba a quién va dedicada esta entrada... Ella lo sabe, igual que sabe cuánto la queremos.