Una aventura en el desierto, un héroe olvidado y un destino cruel.

Por Artepoesia





En octubre de 1924 dos pilotos militares españoles proponen al gobierno del general Miguel Primo de Rivera (1870-1930) un proyecto de vuelo a Filipinas. Las operaciones bélicas de Marruecos de 1925 posponen toda iniciativa pionera por entonces de la aviación española. Por aquellos años proliferaron, en casi todos los países occidentales, las gestas aéreas para llegar más lejos y más rápido. Los capitanes del Servicio de la Aviación militar Joaquín Loriga Taboada (1895-1927) y Rafael Martínez Esteve (1894-1965) prepararon, sin embargo, todo el plan de vuelo a Filipinas, con las rutas, los permisos y los aviones adecuados. Se eligieron los aviones franceses  Breguet XIX, biplanos con gran capacidad de combustible. Así, se encargaron para la Aviación militar dos modelos, los números 29 y 30, a la compañía francesa Breguet para tenerlos listos en la primavera de 1926. 
En varias etapas se pretendía recorrer todo el norte de África, Oriente Medio, la costa del Golfo Pérsico hasta llegar a la India británica, en Karachi; de aquí por todo el subcontinente indio hasta Calcuta, bajar a Bangkok, subir a Indochina y de aquí hasta la colonia  portuguesa de Macao para llegar definitivamente a Manila. El capitán Martínez Esteve fastidiosamente enferma al poco de saberse la fecha de salida y el gobierno lo sustituye por el piloto capitán Eduardo González Gallarza (1898-1986). En marzo de 1926 el capitán Martínez Esteve se recupera y solicita reincorporarse a la aventura. No hay más aviones, así que se localiza uno que había sido utilizado en la campaña de Marruecos, se lleva a Madrid y es revisado de urgencia para su utilización en el Raid Madrid-Manila. Este avión, el número 4, será el que pilote el capitán Martínez Esteve.
El 5 de abril de 1926 despegan los tres biplanos del aeródromo de Cuatro Vientos en Madrid. Al sobrepasar el desierto de Arabia (hoy Jordania) el avión Breguet nº 4, bautizado como "Juan Sebastián Elcano" y pilotado por el capitán Esteve y su mecánico Pedro Calvo, tiene forzosamente que aterrizar en el desolado desierto. Al parecer el depósito de combustible se había vaciado por una rotura accidental. En una situación desesperada, sin comunicación de ningún tipo, ni señales ni medios para sobrevivir, los héroes sólo pueden confiar en que sobrevuelen por la zona aviones ingleses que normalmente atraviesan esa ruta. Gracias al agua del radiador del avión consiguen mantenerse vivos. Al cabo de cinco terribles días, y después de varios aviones que no los divisaron, una avioneta de la Real Fuerza Aérea inglesa logra rescatarlos. De aquella aventura el capitán Esteve plasmó un libro que se editó en Madrid en 1926, Una aventura en el desierto.
Los otros dos aviones continuaron su recorrido hasta Indochina, pero en Hanoi el avión de Loriga "Fernando de Magallanes" tiene problemas con el circuito del agua y además su mecánico de vuelo no puede continuar por una grave infección bucal. Desde Macao los dos capitanes, Loriga y Gallarza, vuelan juntos en el "López de Legazpi", el avión de Gonzalez Gallarza, con el que consiguen por fin llegar a Manila el 11 de mayo de 1926. Así, la llamada Patrulla o Escuadrilla Elcano logra por primera vez unir los dos países, España y Filipinas, desde que dejaron de ser uno mismo veintiocho años antes.
Al capitán Martínez Esteve le obligaron a regresar a España, frustrando así el deseo del héroe de conseguir llegar a Manila. En los años siguientes, otros proyectos aeronáuticos que el capitán ideó se les fueron negando por las altas esferas gubernamentales. Hasta la caída de Primo de Rivera el ya comandante Esteve no conseguirá reanudar su carrera de aviador. 
Proclamada la República en 1931 es nombrado Jefe de las Fuerzas Aéreas de la Zona Oriental de Marruecos. En febrero de 1936 se hace cargo de la Jefatura de la Base Aérea de Tablada en Sevilla. En ese puesto, en el fatídico verano de 1936, le sorprende el Levantamiento del ejército de África del general Franco. El gobierno republicano había enviado ese mismo día aviones de Madrid a Sevilla para bombardear a los rebeldes alzados. Un joven teniente piloto de Tablada, Vara del Rey, conjurado con los rebeldes, trató de boicotear los aviones llegando a inutilizar uno de ellos con un arma de fuego. Los tripulantes le acosan violentamente en respuesta a su acto y el comandante Esteve interviene para salvarle la vida y arrestarlo como su responsabilidad de Jefe de la Base le obliga. El gobierno insiste en bombardear los enclaves de la ciudad de Sevilla en donde se refugian los militares rebeldes del general Queipo de Llano (1875-1951). Martínez Esteve duda, y al final no autoriza la salida de esos aviones, para así evitar víctimas civiles. Una llamada del general Queipo de Llano al comandante Esteve amenazando con atacar la Base hace que finalmente éste se rinda al general. Fue acusado en Consejo de Guerra y sentenciado a muerte. Gracias a la intervención del teniente Vara del Rey, al que le salvó la vida, y por su actuación al frente de la Base le fue conmutada por 30 años de prisión mayor. Siete años después consiguió del gobierno franquista la atenuación a 20 años de prisión menor y el expediente de Libertad Condicional. En 1945 su esposa fallece después de haber tenido que emigrar con sus hijos fuera de España. En 1946 se traslada a Madrid donde podrá reencontrarse con sólo dos de sus cinco hijos. En abril de 1965 muere en Madrid, triste y olvidado, uno de los héroes de aquella patrulla Elcano que, aunque él, como fue su caso, no consiguió llegar a la meta, sí logró sobrevivir a un desierto inhóspito y salvaje. Pero, sin embargo, no pudo sobrevivir del mismo modo a un destino cruel y desalmado.
(Grabado de la portada del libro "Una aventura en el desierto", escrito por Rafael Martínez Esteve, Madrid, 1926; fotografía de un avion del tipo Bruguet XIX, 1926; Grabado homenaje a la Patrulla Elcano en su Raid Madrid-Manila de 1926; aviones Bruguet de la Patrulla Elcano, 1926; imagen fotográfica de los tres pilotos, Esteve, Loriga y Gallarza, 1926, Cuatro Vientos; imagen fotográfica de la recepción que organizó dias antes de la partida de los aviones el Comité Hispano-Filipino de Madrid, en la foto se observa a Loriga segundo por la izquierda, Esteve tercero por la izquierda y Gallarza segundo por la derecha, en el centro el general Valeriano Weyler (1838-1930), la máxima jerarquía militar entonces de España, sólo por debajo de su Majestad el rey Alfonso XIII;  imagen aérea actual de parte de lo que fue el campo de aterrizaje del Aeródromo Militar de Tablada, en la ciudad de Sevilla (España), hoy no utilizable en servicios aéreos; imagen fotográfica del capitán Rafael Martínez Esteve, 1926.)