Como les comentaba ayer el lunes por la noche estuve una cena para conmemorar la entrega de Premios Eupharlaw. La European Pharmaceutical Law Group (Eupharlaw) es una empresa que tiene una doble faceta, por un lado su vertiente social en su empeño porque se ofrezca la mejor información posible a los ciudadanos sobre medicamentos y terapias y la otra de asesoría y consultoría en el ámbito sanitario. Está dirigida por el abogado Manuel Amarilla con el que tengo muy buena comunicación y se celebró en el suntuoso Casino de Madrid. En esta ocasión los premiados han sido Juan José Rodríguez Sendín, presidente del Consejo de Colegios Oficiales de Médicos (OMC) y en Mariano Barbacid Montalbán, ex director del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Manuel me presentó a Barbacid nada más entrar en el casino me dio la impresión de ser un hombre tímido como un científico. Apenas intercambiamos unas palabras sobre las artes de vender medicamentos y los ensayos clínicos al hilo de que me comentara que estuvo trabajando en el laboratorio Bristol Meyers. Apenas hace unos días que me saludó Sendín en la sede de la OMC con motivo de una jornada sobre prescripción de medicamentos. Se mueve con soltura en este tipo de eventos y se muestra cordial.
Me gustó este encuentro, apenas éramos 25 o 30 personas todas del ámbito sanitario, periodistas, abogados, farmacéuticas, ejecutivos de farmacéuticas, etc. Al celebrarse entre pocas personas se fomentan las relaciones interpersonales. Tuve la ocasión, por ejemplo, de intercambiar impresiones con Carmen Peña, presidenta de los colegios oficiales de farmacéuticos, sobre mi último libro, Laboratorio de médicos y otros asuntos de independencia profesional. La cena muy rica, claro, ya se pueden imaginar deconstrucciones, chuletas de cordero en terrina y esas cosas modernas.
Amarilla dio un discurso emotivo e ideológico. Habló del problema moral de esta sociedad, de la falta de identidad de la misma, de vanidosos e indignados, de los nuevos ricos y la despersonalización del personal. Suele hablar clarito el abogado. A Sendín le dijo que le daban el premio porque:
“En concreto nos gustó que desde el principio de su mandato, y en agosto de 2009, fue de los únicos que alertaron de lo innecesario de vacunar de la Gripe A, a toda la población española. Lo dijo claro y de forma serena y sencilla”. Y añadió de su cosecha que fue como otras anteriores, una alarma artificial e interesada, que supuso una de las mayores estafas sanitarias que se han realizado en los últimos años, con el conocimiento, petición y consentimiento de casi todos los grupos parlamentarios, y de la que nadie ha respondido lo más mínimo, como siempre”.
El presidente de la OMC estaba contento y encantado de presentar el nuevo Código Deontológico que han consensuado los colegios médicos en este siglo XXI. Hacía muchos años que no se reescribía no sé si eso es bueno o malo, supongo que lo segundo. Destacó su apuesta por la figura del médico-informador y responsable de sus actos. Tras la cena habría un turno de preguntas a los dos premiados ocasión que aproveché para preguntarle a Sendín por las novedades reales del Código pues como le dije, sin pretender ser agorero, que cada vez que oigo el concepto Código Deontológico me acuerdo del idem para la Promoción de Medicamentos de Farmaindustria (el lobby patronal de los laboratorios en España) que no se cumple (comentario que despertó algunas sonrisas y ciertos gestos de escándalo a mi izquierda que es donde estaban situados algunos directivos e incluso dueos de laboratorios) comno demuestro en Laboratorio de médicos. Sendín, con mano izquierda me pidió que me lo oleyera entero (ya le había adelantado que todavía no lo tenía siquiera) y se comprmetió a comentarlo personalmente conmigo así que ya saben de qué van a ir los post venideros pues ayer me lo enviaron.
Barbacid habló en su discurso del prestigio e influencia logrados por el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas a su cargo. Su salida de la dirección del mismo, que no del Centro, se debe a que esta institución pese a estar entre las punteras en la investigación mundial no recibe toda la financiación estatal que necesitaría. Apeló a que como “modelo de éxito” que es “se reproduzca”. Barbacid espera que el PP cuando gane las elecciones reactive su programa. Me llamó la atención que lamentara, pues lo dijo en un tono que me pareció entender de reproche, que una sociedad supuestamente del bienestar como la nuestra deje en manos de la industria farmacéutica la práctica totalidad de la investigación en salud. También entendí que para él es posible y deseable que se investiguen fármacos en instituciones públicas y habló de impulsar la Investigación traslacional, es decir, aquella que relaciona lo que se descubre en el laboratorio con la práctica clínica cotidiana de los hospitales, cosa que el CNIO ahora no hace, por ejemplo.
Pero en la ronda de preguntas hice alusión a ese tema y le pregunté si no creía que los gobiernos deberían invertir en investigación hasta cubrir la enfocada a las necesidades básicas de la población al menos. Él me contestó con un tópico, que los gobiernos son los peores gestores posibles y que la investigación biomédica debía estar en manos de la industria, lo que me pareció una contradicción con lo que había dicho en su discurso.
Estas contradicciones no ayudan y pude comprobarlo cuando nos levantamos. Uno de los gerentes de laboratorio que habían acudido a la cena había entendido las palabras de Barbacid a su manera. En un corrillo que formábamos él, un abogado y yo, explicaba que la Investigación traslacional es lo que debía ser, que los estados sufraguen todos los gastos de las investigaciones y que luego la industria farmacéutica comercialice los productos resultantes. Esto, a mi modo de ver, equivale a un saqueo de las arcas públicas por parte de los intereses privados. Otra cosa sería, como le dije que el control de la investigación (financiación, dirección de la investigación en función de necesidades reales, etc) fuera de los estados y que luego por medio de convenios bien auditados hubiera laboratorios que pudieran comercializar los productos resultantes. Esto o algo parecido creo que ya se propuso en Cataluña hace tiempo y la industria se opuso. El debate como ven puede dar para mucho.
Y colorín colorado Cenicienta tuvo que venirse a casa zumbando que al día siguiente tenía que seguir currando. Esta vez no me dejé mi zapato de cristal.
Más info