Jane Eyre
Jane Eyre
Algo me decía que los siguientes ciento veinte minutos serían de gran interés por una mujer de quien ya mucho se ha hablado, y también porque Dorothy había comentado sobre ella, motivando mi interés por Jane. La curiosidad inicial se transformó al instante en una fascinación por una joven y disciplinada mujer quien tuvo la entereza de soportar incontables dificultades y abusos en su juventud, para luego ir encontrándose con su esencia de mujer en la adultez. Cuando niña Jane queda huérfana luego de la muerte de sus padres a causa de tifo, pasando a vivir en la residencia de los Reeds con una tía que le detestaba. Bajo la custodia de los Reeds sufrira los maltratos no solamente de su tía quien en lugar de tratarle como un miembro de la familia, la humillaba dándole trato de sirviente, sino que también aguantaría abusos físicos de sus primos, no sin resistirse la mas de las veces.
La vida de Jane se va desarrollando en una Inglaterra del siglo XVIII, bajo la lluvia y el frío británico, en un ambiente melancólico que de alguna manera me conecta con la innumerables aventuras de Oliver Twist, tal vez por la marcada división de la sociedad donde a los menos afortunados no se les permitía sino un lugar como vasallos y sirvientes, y quienes vivían con grandes limitaciones materiales pero que por otro lado se convertían en ejemplo de virtud en aquella sociedad victoriana.
A Jane las vicisitudes sencillamente no le doblegaban, al contario, le servían para darse mayor valor y fortaleza y para enfrentarse con coraje a los próximos retos que le deparaba su existencia. Su tía, luego de tantos abusos, la envía internada a la Escuela Lowood para recibir una formación como institutriz. En Lowood la rigidez de la educación y disciplina es llevada al extremo, e igualmente sufre humillaciones por parte de sus maestros y guardianes, a la vez de limitaciones en comida, vestuario en un ambiente muy frío. Allí verá una vez más como la muerte se lleva a su mejor amiga en manos de la tuberculosis.
Ya desde los diez años, cuando todo comenzó, Jane había dejado de sonreír, su cara era firme y recia, pero sin dejar colar las marcas que el pasado le había infligido. Jamás asumió, ni tan sólo un momento el rol de víctima, ni de mujer en posición desvalida. Más bien, expresaba la agudeza de su intelecto en cada oportunidad, y la entereza de su incorruptible formación moral. Al pasar los años, ya graduada como institutriz, logra un empleo como tal en Thornfield Hall, en donde quedará encargada de una niña francesa. En Thornfield, Jane se encontrará con extrañas situaciones que ocurren entre las paredes de la mansión, casi una fortaleza en una extensa propiedad. Vivirá situaciones tensas con su patrono y propietario de Thornfield, el señor Rochester. También conocerá por única vez el amor en su vida, lo cual le llevará a una intensa lucha interna entre su rigurosa formación moral y la realidad de un amor inadecuado para aquel entonces pero que a la vez es el paso para convertirse en la mujer que desea ser.
Jane Eyre logra amalgamar diferentes géneros bajo la pluma de Charlotte Bronte (mucho en la historia es realmente autobiográfica), la novela original, combina Bildungsroman (la formación de Jane de niña a adulta), la presencia de un héroe byroniano (Rochester), así como la ficción gótica, sin dejar de lado el trasfondo romántico, y la siempre presente crítica social que Jane encarna a revelarse ante la sociedad. Jane Eyre, es dirigida a la perfección por Cary Fukunaga (director de Sin Nombre) y actuada por la australiana Mia Wasikowska con adaptación de Moira Buffini.