Este nuevo método tiene en cuenta las necesidades nutricionales de las personas en función de su grupo sanguíneo, lo que supone una alimentación específica además de un modo de vida diferente según cada perfil, con su lado bueno y su lado malo.
Mantener la línea según el grupo sanguíneo es el principio de esta dieta ideada por James D’Adamo, un naturópata americano. Cada grupo sanguíneo tiene una combinación química específica y antígenos diferentes. Algunos alimentos poseen compuestos químicos, lectinas, que, consumidas por el grupo sanguíneo inadecuado, pueden provocar la formación de anticuerpos, lo que tendría un efecto nefasto en el organismo. Hay que precisar, sin embargo, que se trata de una hipótesis sin fundamento científico.
El Dr. D’Adamo propone una alimentación determinada basándose en los grupos sanguíneos y en la época en la que estos aparecieron. Según él, existen 4 perfiles. Las personas del grupo O, el único grupo existente en la época de los pueblos cazadores-recolectores; las del grupo A, surgido en el momento del descubrimiento de la agricultura; las personas del grupo B, encontrado por primera vez en los pueblos nómadas; y las del grupo AB. Este método plantea como objetivo perder peso a la vez que se refuerza el organismo y se ralentiza el proceso de envejecimiento.
Esta dieta, a diferencia de muchas otras, no funciona por fases. Debe practicarse durante toda la vida para mantener los beneficios. Para cada grupo sanguíneo los alimentos se clasifican en tres grupos: “benéficos”, “neutros” y “a evitar”. Lo ideal es consumir principalmente elementos benéficos, muy pocos alimentos neutros y ningún alimento a evitar.