Erika Steinbach, miembro de la CDU, indigna a Varsovia con su petición contra los acuerdos alcanzados en 1945
El fantasma de la Segunda Guerra Mundial sigue planeando sobre las relaciones entre Polonia y Alemania. El Gobierno de Donald Tusk y la canciller Angela Merkel han hecho grandes esfuerzos por superar los traumas del pasado después de los delirios nacionalistas y germanófobos del anterior tripartito ultraconservador polaco liderado por Jaroslaw Kaczynski, hermano gemelo del actual presidente, Lech Kaczynski. En las últimas semanas, Merkel y su ministro de Asuntos Exteriores, el liberal Guido Westerwelle, han intensificado los intercambios políticos y económicos con Polonia.
Pero a pesar de esta reconciliación, en Alemania algunos sectores cuestionan las decisiones políticas que tomaron las potencias aliadas al acabar la Segunda Guerra Mundial, en la Conferencia de Postsdam de 1945, y hacen todo lo posible por azuzar el conflicto. Es el caso de Erika Steinbach, diputada federal por la Unión Demócrata Cristiana (CDU), el partido de Merkel, y presidenta de la Federación Alemana de Desplazados. Este colectivo dice representar los intereses de los 15 millones de alemanes que después de la derrota del nazismo tuvieron que abandonar sus hogares y territorios orientales del III Reich, como Prusia del Este, Silesia y los Sudetes, que fueron cedidos a Polonia, Checoslovaquia y la URSS.
Erika Steinbach asegura que cuenta con el apoyo de dos millones de alemanes y advierte de que no renuncia a que los territorios amputados a Alemania al acabar la guerra vuelvan algún día a estar bajo control de Berlín.
La estrategia de Steinbach, aunque no tiene posibilidades de prosperar, quita el sueño a Merkel y pone a prueba la solidez de las relaciones de Berlín con Varsovia, y también con Praga. El jefe del Estado checo, Václav Klaus, puso como condición para la ratificación del Tratado de Lisboa que Bruselas aceptara una excepción en la Carta de Derechos Fundamentales para Praga, con el objetivo de impedir que la antigua minoría alemana de los Sudetes expulsada de Checoslovaquia pueda reclamar las posesiones que entonces perdió.
«Varsovia jamás aceptará que se toquen las fronteras heredadas de la Segunda Guerra Mundial», asegura el analista polaco de política internacional Andrzej Szeptycki.