Una factura desglosada

Por Yayo @eliaio
La entrada de hoy versa sobre una anécdota de esas que no esta muy claro que sea cierta pero es tan ingeniosa que debería serlo(efectivamente se no e vero...). El protagonista de nuestra historia es Charles Proteus Steinmetz, matemático, inventor e ingeniero a caballo entre los siglos XIX y XX. 

Fue contemporáneo de Edison y Tesla y compitió con ellos en cuanto a genialidad. Se especializó en el tema de la electricidad y diseñó nuevos generadores de corriente alterna. Trabajando para un pequeña compañía eléctrica en el estado de Nueva York fue tentado por la todopoderosa General Electric, pero el "pequeño gigante" (como era conocido por su pequeña estatura) declinó la oferta aduciendo que le debía lealtad al dueño de su empresa, ya que confió en el desde que llegó de Europa huyendo de una persecución política. Y aquí tenemos un detalle de lo grande que era nuetro pequeño héroe, General Electric compró la compañía  solamente para poder hacerse con los servicios de su ingeniero estrella.  La anécdota en cuestión la co-protagoniza otro genio de la época, Henry Ford. Resulta que en una de sus industrias tenían un problema con un enorme generador que sus técnicos habían sido incapaces de corregir. Sabedores de la experiencia de Steinmetz en el campo del electromagnetismo decidieron llamarlo para que les solucionara el problema. Al llegar observó las instalaciones y pidió un camastro y una mesa donde hacer sus cálculos y declinó toda ayuda exterior. A los dos días de exámenes y cálculos pidió una escalera, subió a un costado del enorme generador e hizo una "X" con tiza. Al bajar indicó a los operarios que quitaran la cubierta donde el había marcado y eliminaran 16 vueltas de bobina, no hay que decir que la hacerlo el generador empezó a funcionar con toda normalidad. Cuando le preguntaron por sus honorarios Steinmetz pidió 10.000 $, un autentica burrada para la época (recordad que estamos hablando de principios del siglo XX). Ford, alarmado, le solicitó una factura detallada, a lo que el ingeniero le contestó que no había problema, que mañana la tendría. Y efectivamente al día siguiente Henry Ford recibió una factura que rezaba así:
Poner una marca de tiza:                  1 $ Saber donde ponerla:                 9.999 $ Total:                                      10.000 $
Sencillamente genial.