Una huelga en el Museo del Prado

Por Lparmino @lparmino

Museo del Prado
Fotografía: Osvaldo Gago - Fuente


El derecho a la huelga se constituye como uno de los derechos fundamentales en cualquier Estado democrático y moderno que se precie. En nuestra Constituciónvigente, la aprobada en el año 1978, este derecho viene recogido en su artículo 28, en su punto 2, que afirma: “Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses. La Ley que regule el ejercicio de este derecho establecerá las garantías precisas para asegurar el mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad”. En algunos sectores laborales, un determinado colectivo puede ejercer su derecho a la huelga con una mayor efectividad que otros. Este es el caso de los vigilantes contratados para realizar sus tareas en las salas de los museos. Evidentemente, sin ellos, es imposible proceder a la apertura pública de cualquier museo. En el mes de octubre del año 1987, hace veinticinco años, el Museo del Prado vivió una de sus primeras huelgas laborales.


Interior del Museo del Prado
Fotografía: MamboZ - Fuente

En ese año era director del Museo del Prado Alfonso Pérez Sánchez (1935 – 2010). El murciano ha sido uno de los mayores especialistas en pintura barroca española y uno de sus principales conocedores. Destacó tanto en su labor docente como en la literaria, con algunos de los títulos fundamentales para acercarse a este periodo tan rico del arte pictórico español. Fue director del Prado desde el año 1983 al 1991. Y él tendría el dudoso honor de ser primer gestor del museo que sufriría una huelga de su personal que obligaría a cerrar las puertas de la pinacoteca por primera vez en su historia.

La huelgatuvo como causa primera un desacuerdo económico. Entre el personal del Museo se encontraban funcionarios encargados de tareas administrativas, de restauración, etc. Además, la plantilla contaba con cerca de 350 personas que desarrollaban su actividad laboral en el Museo en tareas de vigilancia y seguridad. Este colectivo, ante la próxima negociación de su convenio, decidió solicitar un incremento salarial que rondaba un aumento del 27 por ciento frente al cinco establecido. Las negociaciones entre los gestores del Prado, incluido su director y altos cargos del entonces Ministerio de Cultura, y el personal laboral resultaron infructuosas. Según informaba el diario El País el 9 de mayo de 1987 el día anterior el museo se vio obligado a cerrar sus puertas durante tres horas.
Octubre y noviembre fueron los meses más calientes en el conflicto laboral que vivió el Prado. Durante estos meses el Museo permaneció cerrado al público varios días. Los paros fueron intermitentes durante el mes de octubre (los días 13, 20, 21, 27, 28 y 29) con el objetivo de exigir mejoras laborales. Finalmente, ante la falta de un acuerdo negociado el personal laboral convocó una huelga indefinida que dio comienzo el día 3 de noviembre y se prolongó hasta el 13 del mismo mes, cuando la Delegación del Gobierno de Madrid decidió el establecimiento de unos servicios mínimos que permitiesen que, al menos, se mantuviese abierta y visitable la sala principal del Museo. Ante la imposición, los trabajadores decidieron desconvocar la huelga aunque aseguraron que mantendrían sus reivindicaciones (ABC, 13 de noviembre de 1987).

Concierto rústico, 1638, Adriaen van Ostade
Museo Nacional del Prado - Fuente

Uno de los momentos de más tensión que se vivió en el Museo durante esos días de huelga todavía sigue sin una explicación clara y convincente. El día 8 de noviembre, en una de las rondas habituales de seguridad, los vigilantes notifican que uno de los cuadros de la sala 64 ha desparecido. Se trata de Concierto rústico, un pequeño óleo fechado en 1638 y atribuido al pintor holandés Adriaen van Ostade (1610 – 1685) que representa una escena de género tan del gusto holandés. Una de las primeras medidas adoptadas incluía la búsqueda de la obra dentro de las propias dependencias del Museo. Al día siguiente, el cuadro de van Ostade aparece en uno de los baños de la pinacoteca (aunque según otras fuentes se encontraría en un pequeño trastero). Una vez localizada la tabla, las autoridades decidieron no continuar la investigación sobre el responsable último de la desaparición.
Dada la situación laboral del Museo, todas las sospechas recayeron sobre el colectivo de los vigilantes que habrían hecho desaparecer el cuadro para hacer un llamamiento sobre su situación salarial y la responsabilidad de sus cometidos. Después del hallazgo del óleo, la dirección del Museo y representantes del comité de trabajadores decidieron realizar un comunicado conjunto en el que expresaban su “rechazo e indignación absoluta ante los hechos”. Nunca se conoció al responsable de este hecho extraño y sorprendente que sucedió en el principal museo español en esos días de noviembre de 1987.   
Luis Pérez Armiño