La foto que ilustra el artículo es del día de la proclamación como Rey de España de Felipe VI. Ambas recogen el paso de la comitiva por el mismo lugar, un teatro de la gran Vía de Madrid, pero con unas cuatro horas de diferencia. En una va hacia el Congreso, donde aparece el coche cubierto; en la otra se dirige hacia el Palacio de Oriente. ¿Qué sucedió esa mañana en las redes? Los republicanos y antimonárquicos alardearon de que muy poca gente acompañó al nuevo Rey en las calles (eran las 9 de la mañana y se dirigía a comenzar el acto). Los monárquicos difundieron la otra foto, tomada hacia las 12 de la mañana y con más público.
Cada cual puede colgar en las redes sociales la opinión que quiera, no faltaría más, pero si la acompañamos con fotos fuera de contexto estamos mintiendo, y si esa mentira se retuitea, se cuelga en los muros de Facebook y se expande por internet le estamos quitando parte del activo positivo que tienen los canales 2.0. Así que cuando alguien me dice “he leído en Twiter o visto en Facebook que…” se me disparan las alarmas, porque me voy a encontrar con cientos de casos como el de esta foto: manipulaciones, mentiras, rumores, desinformación, insultos, corta y pega, mucho cabreo y bastante mala educación.
Pero esto se agrava todavía mucho más cuando algunos medios de comunicación online y en papel toman este tipo de fotos como verdaderas y las difunden, dando credibilidad a verdades que no lo son, pero que sacadas de contexto engañan y manipulan a la gente en masa, y nunca ha sido tan fácil como ahora. La retroalimentación redes sociales medios de comunicación puede ser muy dañina para estos últimos si solamente se dedican a replicar a los primeros. O por el contrario puede contribuir a su renacer, eso sí en el mundo online, convirtiéndose en referencia seria y solvente para los lectores como sucede con www.elsemanaldigital.es
La parte de la sociedad que solo vive en las redes está tan embobada que, en lugar de esperar a confirmaciones oficiales, comienzan los pésames, los besamos y los homenajes en Twitter a los famosos que se les mata de modo virtual. La lista es interminable y macabra, y no quiero poner ejemplos porque me niego a mencionar a gente que está muy viva. Prefiero recomendar a muchos que escriben RIP que se vayan a buscar lo que significa en latín.
Pero en otros contextos, como el económico, la difusión de rumores ha causados daños muy graves. Un falso tuit diciendo que el presidente Obama había sido víctima de un atentado hizo caer la Bolsa de Nueva York 150 puntos en pocos minutos. Una filtración, que no se pudo verificar, hizo que el valor de Google en bolsa bajara en 16.000 millones en unos minutos, justo antes de que la compañía fuera anunciar los resultados del año 2012.
Si antes de la era digital atajar y minimizar un rumor era una tarea compleja, ahora es casi imposible. Solamente existe una “ventaja”, que con la misma rapidez que nacen mueren por la velocidad con la que circula la información, pero los daños quedan.
En el blog que tiene el editor de la BBC con sus lectores, uno de los medios de comunicación que más se preocupan de este tema, Jamie Bartlett, encargado de redes sociales de la ONG Demos, del Reino Unido solicitaba “nuevas herramientas, técnicas y sistemas para poder filtrar la información que puede llegar a ser verdaderamente útil”, y recordaba que “solo porque algo haya sido retuiteado un millón de veces, no lo hace más propenso a ser la verdad”.
Por su parte, el ensayista canadiense Adam Gopnik, reflexionado sobre la relación entre las redes sociales y el periodismo, a raíz del atentado en la maratón de Boston, dijo: “ahora somos una nación de expertos, con millones de personas que entienden el significado de todo lo que nunca han experimentado realmente”. Publicado por Javier Atienza