Una mirada a la 7ª Bienal del Mercosur

Por Deperez5
Nuestra capacidad para asimilar creencias desembozadamente irracionales me sigue asombrando y admirando. Después de la célebre Bienal sin obras, concebida por Ivo Mesquita en San Pablo como una generosa contribución a su propio renombre curatorial, se desarrolla en Porto Alegre la 7ª Bienal del Mercosur, titulada “El grito y la escucha”, un proyecto ideado por la argentina Victoria Noorthoorn y el chileno Camilo Yáñez, en el que participa una nutrida legión de alrededor de 250 artistas contemporáneos, con un conjunto de obras que nos obligan a recordar con nostalgia el vacío pabellón de San Pablo.
Muchas de ellas son intervenciones urbanas sólo visibles para los expertos en misterios conceptuales, conocedores de las claves secretas que permiten detectar, en medio del abigarrado paisaje urbano, las cosas transplantadas al misterioso mundo del arte por obra de un insondable mecanismo mágico.
El variopinto y estrafalario repertorio incluye cosas como las que siguen:
·) Caminatas en medio del tránsito automotor de la mexicana Marcela Armas, que emite “esculturas sonoras” con su mochila de cornetas y bocinas.
·) Una fachada intervenida por el brasileño Henrique Oliveira, de cuyas puertas y ventanas emergen extraños brotes de madera terciada.
·) Nubes de gas teñidas de vivos colores, pergeñadas por la brasileña Camila Sposati.
·) Un cartel de letras rojas, restaurado y pintado para la Bienal por el argentino Patricio Larrambebere, en lo alto del edificio Uniao.
·) En la zona del puerto, carteles del colombiano Gabriel Sierra para advertir al personal de limpieza que no debe limpiar el polvo acumulado durante dos años sobre los vidrios de su laberinto, titulado “Composición espacial para ordenar una semana”.
·) Gusanos de seda depositados por el colombiano José Alejandro Restrepo frente a la proyección de un cartonero vestido con una máscara de luchador y un taparrabos.
·) Un video del argentino Fabio Kacero donde se ven niñas que leen textos de Kant y se emite el relato de Víctor Hugo Morales del gol de Maradona a los ingleses.
·) Una furgoneta llena de arena que se pasea por las calles de la ciudad con una palmera plantada en el techo, urdida por el chileno Pablo Rivera.
·) Obra sonora “Currículum laboral”, donde la argentina Ana Gallardo detalla todos los trabajos realizados a lo largo de su vida para poder dedicarse al arte.
·) En el video Volver, de Cinthia Marcelle, una topadora traza interminablemente el número 8 sobre la tierra.
·) Iran do Espírito Santo expone el dibujo de un túnel compuesto por cincuenta rectángulos concéntricos realizados en tintas grises.
·) León Ferrari y Cildo Meireles presentan obras concebidas como respuestas a las dictaduras y sus variadas censuras, excluyendo, por supuesto, a los 50 años de dictadura y censura total de los hermanos Castro.
·) Marta Minujín planea una Torre de Babel, construida con libros que luego donarán las embajadas.
·) En el Theatro Sao Pedro, la bailarina del Ballet de Río de Janeiro Veronique Doisneau se presenta despojada de maquillaje, con un tutú colgado en el brazo, y cuenta sus experiencias de bailarina del montón: horarios de trabajo, sueldos minúsculos y otras frustraciones.
·) El músico y coreógrafo Luiz de Abreu lee una serie de libros balanceando una caña de azúcar sobre su cabeza y luego, ataviado con cuatro crisantemos amarillos y un tocado de bananas que reparte entre el público, hace una parodia de Carmen Miranda. Más tarde, como parte de la muestra Ficciones, Abreu baila ataviado con botas de taco alto y una bandera brasileña, que en el apoteósico final introduce en su trasero.
·) El argentino Eduardo Navarro escenifica la botadura de la balsa Plataforma, estación piloto autosuficiente, purificadora de agua para posible catástrofe.
·) Se presenta “Breath” (Aliento), una valiosa pieza breve de Beckett, usurpada al mundo del teatro para revistar en el arte contemporáneo.
·) En la performance “Indeterminacy”, la artista Laura Kuhn lee noventa microrrelatos de John Cage, trasvasados del mundo de la literatura al arte contemporáneo.
En resumen, la 7ª Bienal del Mercosur, que permanecerá abierta hasta el 29 de noviembre, incluye cine, video, narrativa, poesía, música, teatro y un indefinible conjunto de cosas inclasificables. Como es sabido, preguntarse por qué son rotuladas como arte esas obras pertenecientes a disciplinas independientes y bien definidas, más el aluvión de extravagancias que las acompaña, es una inquietud que carece de respuesta. En efecto, para gozar de una mínima coherencia, cualquier respuesta debe apoyarse en algún tipo de ordenamiento o significado lógico, algo claramente inexistente, a mi juicio, en un movimiento cuya única articulación reside en la absurda consigna de que “es arte todo lo que alguien decide que es arte”, lo que nos deja un concepto totalmente vaciado de sentido y librado al capricho del “artista” del caso. Según mi parecer, estamos frente a un caso inédito de irresponsabilidad ética y social, legitimada por la patente de corso que extiende el sistema del arte conceptual, donde cualquier persona se arroga el derecho de señalar cualquier objeto o retazo de la realidad como obra de arte, sin necesidad de aportar ningún tipo de aprendizaje, talento, disciplina o esfuerzo. Premiar con financiamiento público y reconocimientos tales como la representación del arte nacional en un evento internacional, como sucede en esta Bienal del Mercosur, a un conjunto de ocurrencias momentáneas o a las designaciones de tipo mágico me parece una burla dirigida contra los incontables deportistas, músicos, científicos, escritores, economistas y, en suma, la innumerable pléyade de laboriosos personajes que acumulan conocimientos y emprenden trabajos duros y prolongados para lograr un avance en sus respectivos campos de actividad: entre ellos muchos pintores cuyo virtuosismo y calidad artística, mundialmente reconocida, es el fruto de esos valores. ¿Será ésta una posición inadmisiblemente conservadora, reaccionaria y opuesta al avance del arte? ¿Estaré cometiendo un grave atentado contra la creencia de mucha gente culta y bien informada que alimenta una robusta fe en el arte contemporáneo? En todo caso, dado que todas las ideas merecen ser consideradas y argumentadas sin recurrir a las descalificaciones o los ataques personales, sería bueno que quienes se sienten lastimados por el rechazo de los escépticos optaran por exponer apaciblemente sus argumentos, en lugar de reaccionar frente a las opiniones adversas con las consabidas descalificaciones y anatemas.