¿Puede cambiar tu vida en una sola noche? En una sola noche, en un solo segundo, en un solo instante. Esta historia transcurre desde el ocaso hasta la hora en la que el alba pinta el cielo de pastel. La luna será juez y testigo de lo que ocurra durante su reinado entre Lucy, Ed, Dylan, Daisy, Jazz y Leo. Seis adolescentes que están a punto de entrar en el mundo adulto, a punto de vivir una noche en la que descubrirán quiénes son y quiénes desean ser. El pasado se dará la mano con el presente en una inesperada reconciliación que abrirá las puertas a un incierto aunque esperanzado futuro. Malos entendidos, la búsqueda de una “Sombra”, poetas que firman sus versos con un bote de spray, una fiesta, un plan que podría acabar mal, muy mal, y mucho, mucho más.
Una noche en la luna es la muestra de que la sencillez gana muchas veces a lo enrevesado y pretencioso. Con sus doscientas diecisiete páginas podría responder a la perfección a aquella frase que asegura que “los mejores perfumes vienen en frascos pequeños”. Cath Crowley, su autora, hilvana las palabras con un estilo ágil y natural que logra crear una historia que engancha desde la primera página. Utilizando la narración en primera persona, pone voz a los pensamientos y vivencias de Lucy y Ed, aderezando el camino con capítulos muy breves que no son más que los versos compuestos por el grafitero que responde al nombre de Poeta. El amigo de este, Sombra, el joven que pinta en la oscuridad pájaros atrapados en paredes de ladrillo o chicos a los que les sale césped del corazón junto a chicas con estridentes cortacéspedes, es el objeto de desvelo de Lucy, la muchacha que sopla vidrio y recrea recuerdos dentro de botellas de cristal. Ella y su búsqueda de Sombra serán el pistoletazo de salida. Podría parecer que una sola noche de narración no puede dar para mucho, pero resulta sorprendente comprobar la habilidad de Crowley para hacernos conectar con sus personajes, tan plurales, creíbles y llenos de fuerza. Un puñado de horas bajo las estrellas le bastan para dibujarnos su entorno y las circunstancias que los hacen ser como son, para mostrarnos sus miedos y preocupaciones, sus sueños y esperanzas. Nos hace llegar a conocerlos y quererlos. Con Lucy se respirará el amor por el arte, por la magia que supone crear algo con tus manos, ser capaz de expresar lo que hay en tu alma más allá de los actos o las palabras. Su visión de la obra de Sombra resultará cautivadora, así como su capacidad para comprender los sentimientos reales que impregnan esos trazos que tienen una pared como lienzo. Y todo ello sin olvidarnos de los lazos de amistad y las chispas que prenden entre Jazz y Leo, o las que corren peligro de apagarse como en el caso de Dylan y Daisy, u otras improbables (¿o no?) después de que ella le rompiera a él la nariz en su primera cita años atrás, como es el caso de Lucy y Ed.
Una novela ligera que atrapa desde un primer momento porque, al igual que su personaje Sombra, Cath Crowley es capaz de dibujar el mundo, pero con palabras. No rebuscadas, sino bellas y cercanas. Una historia que se siente más que se lee porque sus protagonistas son artistas y sus ojos ven el mundo de forma distinta. Una noche en la luna es color, es poesía, es amistad, amor, dudas, ilusiones, verdades a medias… Es, como decía, el mejor de los perfumes embasado en un pequeño frasco.