Una prueba de ganas

Publicado el 01 febrero 2022 por Juanjocesc @juanjocesc

Hola, otra vez por aquí, más soporífero que el/la Covid. Pero me he propuesto una cosa, y es que las ideas cuando uno las tiene (me lo repito cada día y nunca lo cumplo) están para sacarlas, para proyectarlas, para ejecutarlas.

En este caso es un absurdo, a la vez que una prueba. Me he propuesto un horizonte temporal muy pequeño para escribir un texto desde 0. Sin un objetivo, sin un planteamiento inicial, sin una idea clara. Alguna vez probamos lo mismo pero sin tiempo, hoy, el reloj ya corre.

La única premisa es esa, el tiempo. Tengo media hora para escribir este texto, ni un minuto más, me tomaré luego la molestia de corregir (o intentar corregir) las faltas de ortografía y que sea al menos coherente lo que se dice en el mismo, ya llevo 4 minutos, así que, si quiero que esto tenga algún sentido, voy a tener que darme prisa, ¿hay algún truco para que las neuronas vayan más rápido?

Qué digo, y si lo hubiera, no tendría recurso alguno para utilizarlo puesto que los minutos siguen pasando y la única premisa, repito, es la de hacer un “speed speech” de escritura. Verdaderamente no tengo ni puta idea si los escritores hacen este tipo de ejercicio, quizás si, pero a mí, que ni me acerco siquiera a lo que es eso, por bagueza y por calidad, no nos engañemos, “se me ha antojao” como decimos en mi pueblo.

También será que he leído un poco sobre un concepto del que no recuerdo ya ni el nombre pero sí la mecánica básica. El mismo decía que si nos llevamos mucho tiempo analizando las cosas que queremos o vamos a hacer, al final, nunca hacemos nada. Y joder, ha descrito perfectamente lo que yo siento barra hago en estos momentos.

Imagino que más de uno, que más de una, podría sentirse identificada con ese concepto, ya que este mundo en el que vivimos nos nutre con tal cantidad de estímulos que al final es como un caño de agua apuntando directamente hacia nuestra boca en el que litros y litros de distintas bebidas, a la vez se dirigen a ella y que lógicamente, nos acaban ahogando.

Queremos ser buenos estudiantes, o trabajadores, queremos tener ocio en todas sus vertientes, queremos hacer deporte, aprender idiomas, vivir experiencias, tener relaciones sociales que nos llenen y a la vez poseer un millón de cosas materiales que en realidad no sirven para nada.

En realidad, pienso que, los que vivimos en este enjambre de ideas que forman como una bola de hilo de las de coser, sólo tenemos una escapatoria. Y es, agarrarnos a la primera idea que salga de nuestra mente en forma de ganas.

“Tengo ganas de escribir” me he dicho yo esta tarde, y aunque no entraba dentro de mis planes, la he cogido al vuelo (y he de decir que casi se me escapa entre los dedos), al final es ella la que me ha atrapado a mí, me ha conducido hasta el escritorio para ofrecerte esta pamplina que ahora tú (si has llegado hasta aquí, qué grande eres y cómo te lo agradezco), estás leyendo.

Que alguien lea esto también es una responsabilidad sobre mis hombros, porque, jolín, está invirtiendo su tiempo en mi persona, en unas de mis letras. Primero, reiterar agradecimiento y luego, expresarte que si a tí te pasa lo mismo, intentes hacer la prueba con lo que más te apetezca cuando quieras.

Que si, que ya sé que tenemos multitud de responsabilidades, que también sé que el tiempo de cada uno está sujeto a unas circunstancias de las que a veces, no tenemos el control. Que si “a ver si nos vemos”. Pero, en definitiva, seamos sinceros, es cuestión de prioridades. A ver, y es muy probable que si estás leyendo esto tu prioridad nº 1 no sea buscar comida porque te falte. Si es así, deja ahora mismo de leer. Pero como probablemente no es el caso, te invito a que te culpes de no hacer lo que te gusta. Lo siento, así es la vida y a veces necesitamos leer, escuchar, o que nos digan lo mierdas que somos. Porque es cosa nuestra no ver más a los amigos, es cosa nuestra no dedicarle a la familia el tiempo que se merece, es cosa nuestra no querernos a nosotros mismos, y es cosa nuestra, que a veces, tengamos la sensación de no tener la sartén de nuestra vida por el mango.

Decisiones, que se apoyan en ganas, que tiran, pero deben salir de un pensamiento que en nuestras manos está convertir en motivación, en impulso, en reflejo, en... (ahora mismo no me salen más sinónimos y estoy haciendo el gesto de “salir” así con las manos y dedos hacia afuera abriéndose y cerrándose dándome vergüenza yo mismo, y menos mal que nadie está mirando).

Dicen que lo importante debe ir antes que lo urgente, y es verdad, pero hay matices, porque lo urgente lo convierte en urgente uno mismo, una misma. Y siempre, siempre es más fácil solucionar lo urgente, que lo hemos puesto nosotros ahí para no mirar lo importante de verdad.

En mi caso, hoy, era escribir este texto, como idea, de 19:15 a 19:45, pero mira, me van a sobrar 5 minutitos para corregirlo y decidir si publicarlo o no.

Es una prueba para mí mismo, “es algo que debería hacer más”, es un “porqué no lo hago más a menudo si me encanta”, pero soy tan tooorpe que mírame, mírate, aquí vamos a seguir después del mismo como pasmarotes,

pensando.

Ironía que mañana sea el día de la marmota picha.