"A los productores que hoy se rascan la cabeza, dubitativos sobre el camino a seguir, habría quizá que aconsejar esto, que los mejores de ellos ya saben: es hora de dejar de pensar en el qué dirán o cómo calificarán, porque ningún vino ni ninguna región vitícola gustan a todo el mundo, y de hacer los vinos en los que personal y sinceramente crea el propio productor, siempre en la línea de una máxima fidelidad a la expresión de su terruño de origen, sin artificios añadidos. Si son buenos, los consumidores de aquí y de allá les harán justicia." Concluía el Sr. Point.
Puede parecer sencillo y poco comprometido si lo digo yo, que me dedico tan solo a comprar, beber vino y, cuando me apetece, escribir sobre mis experiencias. Pero ya hay mucha gente en este país que está trabajando tal y como recomienda el Sr. Point (entre ellos, los responsables de la fotografía de este artículo: Terroir al Límit). Y muchos de ellos, como apuntaba un lector amigo, están más interesados en gastar energías en la parte creativa, la de hacer bien su vino, que no en la del márketing (se hablaba de José Luis Mateo y su Nistal 2008). Todas son necesarias, por supuesto, y jamás criticaré a quien haga esfuerzos en la segunda. Pero creo con firmeza (no solo en las cosas del vino, por cierto...) que hay que tener un criterio, una manera de ver y de hacer las cosas. También en el vino. Y si tu primer criterio es el del "qué dirán o pensarán los gurús" del vino, mal vamos. El primero tiene que ser el propio, el del vino que uno quiere hacer. Y después, ya vendrá el resto. Como termina el Sr. Point, no tengo muchas dudas sobre eso: si se hacen las cosas muy bien y, por supuesto, con criterio, los críticos y los clientes acabarán yendo a esos vinos.
La fotografía de la mula Frida arando l'Arbossar, magnífica y de una energía enorme, es de R. López-Monné para Terroir al Límit. Se reproduce con su consentimiento.