La película engloba la trama de los tres primeros libros (Un mal principio, La habitación de los reptiles, El ventanal), y en consecuencia sólo puede intentar resumir los acontecimientos más importantes que en ellos se suceden, pero ahí donde otros fracasan es donde el director Brad Silberling y el guionista Robert Gordon tienen éxito. ¿Por qué? Porque han logrado satisfacer tanto a los que cuentan con los libros como referencia como a los que no. Los primeros se encontrarán con que, en la hora y media larga que dura la cinta, van a verse reflejadas las tres tramas sin sentir su recuerdo especialmente vulnerado. En cuanto a los segundos, se van a encontrar con una historia trepidante que no pierde el ritmo en ningún momento.
Hay ciertos cambios con respecto a la obra original, quizá el principal sea el que sitúa una teatral boda entre dos de los personajes principales al final del metraje en lugar de en el primer tercio, que es lo que le correspondería. Sin embargo, esto responde a razones puramente cinematográficas que, he de reconocer, permiten que la película gane en intensidad y cuente con una interesante escena para culminar y ofrecer un gran final.
Pero vayamos con los dos puntos fuertes con los que cuenta esta adaptación: sus actores y su curiosa ambientación. Entre los
En definitiva, una adaptación que deja un regusto mágico en la imaginación de todo aquel que decida probarla. Una preciosa película que pone en valor la unidad frente a la adversidad, y la importancia que la inteligencia y los libros realmente tienen. Quizá algunos puedan echar en falta un mayor grado de la acidez presente en los libros, pero esta pérdida se puede decir que se ha visto compensada por el resto de elementos tan bien elegidos y realizados. Por todo ello, mi recomendación es la siguiente, tiramillote: hayas o no leído los libros de Lemony Snicket, no dudes en acompañar a los Baudelaire a lo largo de sus catastróficas desdichas, pues te llevarás una gran sorpresa.