Me llega el informe elaborado por la Agencia Española de Medicamentos titulado Utilización de medicamentos antidepresivos en España durante el periodo 2000-2013. No para de crecer su consumo. ¿Es la crisis o es que estamos más enfermos?
Por suerte el consumo de fármacos no define el estado de una sociedad ¿o sí? Si nos atenemos a los datos que ofrece este estudio (observad el gráfico de la parte superior derecha que es muy claro), la española es una sociedad triste, deprimida, angustiada… ¿en crisis? Siempre que ha habido una crisis social o económica o lo que sea esta que es un poco de todo, también moral o de valores, se ha producido un aumento en el consumo de medicamentos para sobrevenirla.
Entre los años 2000 y 2013, los fármacos antidepresivos han experimentado un crecimiento en su consumo del 200%. De nuevo, lo que es bueno para una industria no lo es para la población. El análisis de la Agencia de Medicamentos nos advierte:
La depresión es una enfermedad con gran impacto en la calidad de vida del paciente, que comporta altos costos sociales. Se estima que afecta a unos 350 millones de personas en el mundo. En su forma más grave, la depresión puede llevar al suicidio, y es responsable aproximadamente de 1 millón de muertes anuales”.
Una de las curiosidades es que escitalopram (marca Lexapro) es el antidepresivo estudiado que más tarde se ha incorporado al mercado y es con diferencia el más vendido. ¿La explicación? Quizá que los medicamentos más nuevos son los más promocionados, por ejemplo, a través de los visitadores médicos.
Como se venden en régimen de monopolio mediante la concesión de una patente son más caros y por ello interesa más su agresiva promoción.
La cosa quizá no tenga que ver con la crisis. Para quienes han realizado el estudio:
El mayor de uso de los antidepresivos podría explicarse por el aumento de la incidencia de trastornos del estado de ánimo, por la mayor detección diagnóstica por parte de los médicos de atención primaria, así como por la extensión de las indicaciones terapéuticas autorizadas para estos medicamentos”.
Lo cierto es que por ejemplo, en Argentina, en 2001, se produjo el llamado “negocio de inflar la psicosis”. Los laboratorios propiciaron encuentros y debates sobre las consecuencias psíquicas de la crisis. Influyeron sobre psiquiatras, les pagaron viajes y les ofrecieron otros beneficios. Todo para vender medicamentos antidepresivos. Y lo consiguieron.