Una tarde en la piscina

Por Pedro Goni @pereorienta

                Hoy os voy a contar una pequeña historia que nos ha ocurrido con mi hijo de cinco años y  sus clases de natación. ¡Madre mía, si da de sí esto de los hijos!
   Hace dos semanas, como cada miércoles acompañamos a nuestros hijos a natación. Cómo ese día había poca gente aprovecharon  y en lugar de nadar la distancia de media piscina, cómo hacen habitualmente, recorrían la piscina entera. Con tan mala suerte, que por la noche, el pequeño, se quejaba de una leve contractura en la pierna derecha, le di un masaje y se durmió plácidamente, sin mayor complicación. A la semana siguiente no fuimos a natación, porque hacía un frío de perros y nos dimos el lujo de descansar en casa.

   ¿Qué ha sucedido este miércoles? Pues que Pedrito, me decía que nadara mi tía la del pueblo, cogió un berrinche de los gordos, entre mocos y sollozos logré ponerle el bañador, intentando animarle para que probara de nuevo, prometiéndole que esta vez no le dolería la pierna, mil un sobornos y chantajes... Me acerqué a hablar con el profesor, con mi pesar de padre y contarle la situación.  El profesor intentó razonar con Pedrito que se escondía entre mis piernas, lo cogió de la mano, se aproximaron al borde del agua mientras lo intentaba convencer, pero Pedrito no entraba en razón. Lo cogió en vilo y arrojó al agua y Pedrito, como no tenía otra, salió nadando.        Cómo padre se me encogió el corazón, pero también como padre sé que fue lo mejor para él... ya os contaré cómo va la semana que viene, de momento salió "medio contento del agua", según sus palabras, así que con su mente matemática, me propuso: "Ir a natación un miércoles sí y otro no".
    Cuándo somos niños tenemos a padres y profesores, que si son buenos, nos tienen que retar, nos tienen que animar a poner a prueba nuestras capacidades, si no, se oxidan. Cuando somos adolescentes, tenemos nuestro grupo de iguales, la chica que nos gusta, nuestros amigos, nos empujan a hacer algunas "locuras" y cuando  somos adultos nuestro trabajo, nuestros jefes, nuestros clientes, nuestros hijos,  nos "obligan" a superarnos.
   -¿Qué nos sucede cuando no tenemos a nadie que nos arroje en medio de la piscina?
   -La respuesta es fácil: -Tienes que ser tú quien lo haga, sed valientes. Sí, pero siempre con flotador.
   Una semana más, muchas gracias por vuestra atención, cualquier comentario será bien recibido, aquí en el blog o conectad conmigo en las redes.
 El enigma de la foto.
   Este es un juego que os propongo cada semana, cada artículo tiene una foto y os pido una interpretación, (a responder durante la semana)  la que se os ocurra, nada está bien o mal, nada es incorrecto, a la semana siguiente os cuento por qué razón la he puesto en el artículo, esta es la foto de la semana anterior: ¿Te sientes orgulloso de tu búsqueda de empleo?

   En la fotografía vemos una hermosa coliflor, un icono del pensamiento sistémico, es uno de los fractales más evidentes y bellos de la naturaleza. Un fractal tiene la peculiaridad de ser una construcción que es creada por una estructura muy simple, que se va repitiendo y creciendo, cada uno de los grumitos más pequeños tiene la misma estructura que la coliflor entera.    En el artículo realizamos una reestructuración cognitiva, para poner en valor la búsqueda de empleo. - ¿Cómo lo hacemos? Cambiando nuestro punto de vista, pasando de un punto microscópico; encontrar un trabajo, a un punto de vista macroscópico; contextualizando las tareas de búsqueda dentro de la gestión de carrera a lo largo de toda la vida profesional. Igual que para comprender estructura de la coliflor, tenemos que cambiar el punto de vista micro-macro.
¿Qué os sugiere la foto de esta semana? Un paso de cebra.