Una creación artística patrocinada de gran tamaño y compuesta a modo de un retablo articulado, lo que es un políptico, llevaría a tener una historia agitada y extra-artística que demuestra muy bien la influencia del Arte en la vida, las opiniones, los gustos, la codicia o el interés. Pero es además una obra de Arte extraordinaria creada en los primeros momentos del Renacimiento de Flandes por un genial pintor flamenco, Jan van Eyck. El Políptico de Gante es una narración teológica donde el mundo conocido es descrito en clave mística cristiana y trasladado a formas visibles con el elaborado hacer artístico de un renacimiento alumbrado por entonces. En sus maneras pictóricas o en su estilo artístico comenzaría aquel Arte a crear detalles no vistos antes en un cuadro. Se seguiría utilizando la alegoría gótica de realzar figuras desproporcionadas o gestos primitivos o decorados exagerados, pero aparecería la nueva perspectiva renacentista o el realismo incluso en algunas formas humanas retratadas; también la belleza armónica del equilibrio entre las partes o los detalles minuciosos de algunas cosas recreadas con esmero antes no representadas aún así. El retablo La adoración del Cordero místico fue encargado en 1425 por una pareja de donantes de la ciudad de Gante para ser situado en una capilla de la antigua iglesia de san Juan. Como todo retablo articulado podía cerrarse y abrirse a voluntad, descubriendo así un interior y un exterior compuesto por varias obras de Arte. Pero este retablo estaba además compuesto por diferentes paneles de gran tamaño, llegando a medir hasta cuatro metros de ancho todo el políptico desplegado. Nunca se había creado un políptico así de grande ni así de novedoso artísticamente. Su fama llegaría a todos los lugares de Europa en el siglo XV y contribuiría a ser un mito artístico de gran solemnidad mística.
Flandes era una región dependiente del antiguo ducado de Borgoña, un poderoso e independiente ducado europeo del siglo XV. Cuando su heredera María, la única hija del gran duque borgoñés, se casara en 1477 con el heredero de la dinastía vienesa de los Habsburgo, Maximiliano de Austria, nacería entonces Felipe de Habsburgo, el primer rey de la España unificada por los reyes católicos gracias a su unión con Juana de Castilla. Así Flandes acabaría en los dominios del poderoso rey Carlos de España y luego de su hijo Felipe II. Este último rey español convertiría la ciudad flamenca de Gante en obispado en el año 1559, y de este modo la antigua iglesia de san Juan acabaría transformándose en catedral. Pero, sobre todo, Felipe II quedaría impresionado al ver el grandioso políptico de Jan van Eyck. En ese momento empezaría el asombro más famoso por la obra de Arte tan extraordinaria que había compuesto Eyck un siglo antes. El rey español podría haberse llevado la obra a Madrid si lo hubiese deseado, nadie se lo hubiese impedido entonces. Pero no hizo eso, lo que Felipe II hizo entonces para seguir disfrutando de lo que había visto en Gante fue solicitar a un pintor flamenco, Michel Coxcie, llevar a cabo la reproducción más elaborada -es de suponer probablemente que fue una copia muy fiel y muy artística, ya que hoy no es público su visionado al estar en manos privadas y desperdigadas todas sus partes originales- del eximio Políptico de Gante. El flamenco Michel Coxcie (1499-1592) fue un pintor tan correcto que fue llamado en el siglo XVI el Rafael de los Países Bajos. La copia de Coxcie fue llevada al Palacio Real de Madrid para disfrute del rey Felipe II y el original quedaría para siempre en la catedral de Gante. ¿Para siempre...?
Los primeros conflictos con el Arte flamenco de Gante los llevaron los calvinistas protestantes que pensaban que cualquier imagen sagrada era una forma de herejía imperdonable. Flandes no se libró de ese fanatismo religioso y el Políptico de Gante comenzaría por entonces una intensa vida de neurosis artística por no desaparecer. Sólo siete años después de que Felipe II mandase copiar el retablo, éste fue desmontado por primera vez, panel a panel, para ser ocultado a los calvinistas que entonces ocuparon violentamente la ciudad flamenca. Cuando la ciudad fue recuperada por las fuerzas españolas de Felipe II tiempo después, el retablo volvería a su lugar de siempre, aunque ya no con el marco original que disponía el retablo antes de ser desmontado. Pero, con todos sus paneles articulados, el políptico brillaría espléndido hasta finales del siglo XVIII. Para entonces Flandes ya no era dominio español, pero los austríacos seguirían, por la dinastía Habsburgo, gobernando aquella región del norte de Europa. Para la moral tan puritana de la corte vienesa, las figuras tan realistas de Adán y Eva eran para entonces demasiado explícitas en su erotismo. Fueron desmontados esos dos paneles laterales y escondidos en un almacén de la ciudad. Para cuando Napoleón llegara luego, los franceses se convirtieron en los amos de todo Arte europeo que pudieran disponer por sus conquistas. No sólo desmontan y se llevan el Políptico de Gante a París, sino que también asaltarían el Palacio Real de Madrid y se llevarían aquella copia del retablo de Gante encargada siglos antes por Felipe II.
Pasada la gloria napoleónica, el congreso de Viena trataría de poner orden en Europa y decide que regrese a Gante su famoso políptico de Eyck, pero aquella copia de Coxcie de Madrid no se recuperaría nunca jamás, fueron vendidos sus diferentes paneles en el mercado de obras robadas y enajenados los múltiples paneles de Arte en diferentes colecciones privadas al mejor postor. Luego hasta se atrevería un vicario francés de la catedral en el año 1818 a robar dos paneles laterales del retablo de Gante. Y así hasta llegar al siglo XX que vería padecer toda una odisea al tratar de proteger el retablo de las peripecias bélicas de las dos guerras europeas. Pero entre ambas guerras un funcionario belga robaría los cuadros de los extremos inferiores del políptico. Sólo devolvería alguno tiempo después, pero nunca el correspondiente al extremo inferior izquierdo del retablo, que sería pintado en el año 1945 por un pintor belga, reproduciendo así su imagen original en todo el famoso retablo. En el año 1829 el pintor flamenco Pieter-Frans De Noter (1779-1842) se decidiría a componer su obra El retablo de Gante de los hermanos Eyck en la catedral de san Bavón. En esta obra romántica del siglo XIX podemos observar ahora la visión que tuviera el políptico cuando fuese, por ejemplo, visto por el rey Felipe II en aquel año de 1559. Es un escorzo casi su imagen, ahora ladeada, donde la perspectiva de la capilla de Gante es recreada con la simplicidad que la gran obra de Van Eyck complementaría, equilibradamente, ahora así por su gran tamaño.
Es interesante el cuadro porque nos sitúa en el contexto geométrico de una gran obra de difícil ubicación física. Es una recreación y una fantasía, ya que un políptico como este era imposible poder verlo así, colgado convencionalmente como un cuadro en una pared. Estos retablos se cerraban y en su parte exterior también disponían de obras de Arte para visionar. Pero el pintor De Noter consigue, sin embargo, algo muy instructivo para el conocimiento del Políptico de Gante. Visto así, desde lejos y en perspectiva, consigue hacer de la inmensa obra maestra algo ahora muy manejable mentalmente. Podremos calibrarla, relacionarla así con otras cosas y con la medida de otras cosas representadas. También admirar la grandeza de aquellos años del siglo XVI, donde el Arte era mucho más de lo que hoy se entiende por ello. En el homenaje que De Noter hace a su colega Van Eyck nos representa un espacio interior muy iluminado donde ahora solo tres personas son incluidas en el lienzo. No podrían haber más para admirar el políptico en toda su grandeza, pero tampoco ninguna persona como para no comprender que su visión era una necesidad humana más espiritual que de belleza... Porque ambos conceptos en el políptico de Eyck estarán, sin embargo, confundidos: la belleza es ahora lo mismo que la espiritualidad que representa. Y representa además el mundo catalogado ahora como un universo creado para poder serlo..., para poder ser belleza y para poder ser espíritu. Y con toda la explicación racional que de una creación justificada por su belleza pudiera el ser humano ser, además, una pieza fundamental de toda esa consigna teocéntrica. Porque el Dios central tiene ahora así la forma y la figura antropomórfica igual de parecida que el Adán más alejado o el san Juan más cercano de su izquierda. El mundo está hecho para el ser humano y la belleza es fruto de su sensación y de su creación más elogiosa. Una creación humana que se identifica con la otra..., y que la justificaría el pintor además con la belleza más elaborada que, con su nuevo arte renacentista, pudiera por entonces componer.
(Óleo El Retablo de Gante por los hermanos Van Eyck en la catedral de san Bavón, 1829, del pintor Pieter-Frans De Noter, Rijksmuseum, Holanda; Políptico de Gante La Adoración del Cordero Místico, 1432, de Jan Van Eyck, Catedral de san Bavón, Gante, Bélgica; Detalle del Políptico de Gante, la virgen María, 1432, Van Eyck, Gante.)