Últimamente estoy sintiendo una pasión enfermiza por los impresionistas. Los que me conocen lo habrán podido comprobar. No sé a qué se debe este entusiasmo, pero me encanta experimentarlo. Como cada vez estoy más convencida -si es que ya no lo estoy por completo- de que la pintura de paisaje es el género por el que siento más predilección, es evidente que el grupo de los impresionistas llegaría a conmover mi corazón. Especialmente Claude Monet. Podéis imaginar el día que descubrí la pintura que hoy os presento, y que aún no conocía: una resplandeciente vista del Jardín de las Tullerías de París, pintada por Monet en 1876.
En febrero de ese mismo año, Cézanne presentó a Monet un funcionario del gobierno francés, Victor Chocquet. Ese encuentro fortuito resultó muy beneficioso para Monet: Chocquet se convirtió en un gran admirador de los pintores impresionistas e invitó a Monet a pintar desde su apartamento de París, en la Rue de Rivoli, calle que precisamente discurre junto a las Tullerías. Monet pintó cuatro vistas del Jardín de las Tullerías desde la ventana del apartamento de Choquet, una de las cuales es esta que os presento. Podéis apreciar la composición: pintada desde un sitio elevado, presenta una vista aérea que acaba por confundirse con el horizonte. No es una pintura restringida a un espacio cerrado, sino que se extiende más allá del cuadro. Monet retrata un espacio concreto de una escena mayor, lo que nos da a entender la influencia que la fotografía empezaba a ejercer entre los artistas.
Claude Monet Una vista del Jardín de las Tullerías de París (1876) [Musée Marmottan, París]
Los impresionistas, empeñados en retratar la vida moderna, no podían dejar escapar la creciente importancia de los jardines entre la sociedad del siglo XIX. En París, surgieron como consecuencia de la reforma urbanística del barón Haussmann, impulsada por Napoleón III. Esa gran reforma eliminó los estrechos e irregulares caminos surgidos ya en época medieval y convirtió París en un lugar espacioso, racional y más acorde con el gusto moderno. El jardín, por supuesto, tanto público como privado, se encontraba entre la voluntad del pueblo. Era un excelente espacio de recreo, tanto para las clases trabajadoras como para las más acomodadas. Aquí podemos ver cómo disfrutan de un agradable paseo. Monet emplea la pincelada suelta, como es habitual en su técnica, para transmitir un preciso momento del día. A pesar de las nubes que se alzan en el cielo, el sol ilumina toda la composición y hace resplandecer las diversas tonalidades de color verde que se mezclan en los árboles y en las zonas parceladas. Monet nos invita a compartir junto a él la hermosa vista que se alza ante sus ojos. Podemos imaginarnos, así, contemplando las Tullerías de París en un bonito día de finales del siglo XIX.