Los abuelos pueden quedar cerca (urbanos) o quizá no tanto. Igualmente pueden quedar lejos (rurales) o quizá tampoco. A los padres les permite recuperar recuerdos de infancia siempre embellecidos por el paso del tiempo: paisajes, rincones, aromas, sonidos, texturas o el “sabor de antes” de comidas y manjares. Si la salud acompaña a los mayores, las oportunidades de compartir escenas o aventuras se pueden convertir en un tesoro inolvidable a renovar cada año.
Desde el punto de vista de la salud todo pueden ser beneficios, aunque el regreso a ambientes más “antiguos” o, en cualquier caso, menos protegidos, también puede ser ocasión para que emerjan problemas de salud. Especialmente cuando los abuelos están en otro continente, en otro clima o en otra latitud. En tales casos conviene tener presente la endemia de algunas enfermedads infecciosas y la necesidad de tomar las necesarias medidas preventivas o vacunales.
La iniciativa de ir a ver a los abuelos debe acompañarse de la precaución ante experiencias infecciosas que resultan remotas pero que son reales en otros paises.
Inquirir sobre los planes vacacionales es una necesidad en este período del año en las visitas rutinarias al pediatra. Y la responsabilidad de quienes tomamos cuidado de los niños de recordarlo.
X. Allué (Editor)