Se ha producido un caso de ingreso hospitalario de un niño vasco de siete años en un hospital por meningitis B. En la información publicada se pone en duda la decisión del Gobierno vasco de no recomendar la inmunización para prevenir dicha enfermedad. Pero ¿cual es la “verdad científica” sobre esta vacuna? Me temo que de nuevo confundimos nuestros deseos con la realidad.
Un alumno de siete años del colegio Askartza Claret de Leioa, en Bizkaia/Vizcaya fue ingresado el pasado domingo en el hospital de Cruces afectado de meningitis B. El pequeño, que evoluciona favorablemente, presentaba un cuadro de fiebre y vómitos, síntomas de esta enfermedad.
Si leemos con atención la noticia, observaremos que en su redacción se ha puesto en boca de las familias que llevan a sus hijos al citado colegio frases en la que manifiestan dudas sobre la decisión de la Consejería de Sanidad del País Vasco de no recomendar la vacunación contra la meningitis tipo B.
Osakidetza en un escrito remitido hace unos días a la red sanitaria y a los colegios profesionales, descarta la vacunación universal con la nueva vacuna Bexsero. El servicio vasco de salud argumenta así su primera valoración sobre dicha vacuna:
Aunque esta vacuna supone un importante avance en relación a otras vacunas frente al meningococo B disponibles en la actualidad, a día de hoy existen diferentes aspectos e interrogantes no bien conocidos relacionados con la efectividad de la vacuna, la persistencia de los niveles protectores de anticuerpos a medio y largo plazo o su trascendencia en la práctica clínica, que condicionan las recomendaciones de esta vacuna desde el punto de vista de la Salud Pública.
Tampoco se dispone de información sobre la eficacia y seguridad en inmunodeprimidos y otros grupos de población especialmente vulnerables. Además, faltan datos de compatibilidad con algunas vacunas de calendario y sobre la potencial cobertura de la nueva vacuna sobre cepas circulantes en nuestro medio. En base a lo anterior, en este momento, no se recomienda la vacunación universal con la vacuna frente al meningococo B (Bexsero®) en población infantil-adolescente”.
Si existe una vacuna que pueda prevenir una enfermedad que en algunos casos puede incluso provocar la muerte nadie en su sano juicio la rechazaría. ¿Cuales son entonces las razones por las que el Gobierno vasco ha tomado esa decisión? ¿Hay una base científica que la respalde?
Para saberlo podemos acudir al Informe sobre la vacunación frente a la enfermedad meningococócica por serogrupo B del Grupo de Vacunas de SESPAS (Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria). Y de nuevo, como ocurre con otras inmunizaciones, hay que estar atentos a los intereses comerciales que la rodean.
En 2013 la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) autorizó el uso de Bexero pero lo limitó a los hospitales. Enseguida algunas sociedades científicas con estrecha relación con los laboratorios fabricantes de vacunas se opusieron a la decisión y pidieron que se vendiese de manera libre en las farmacias.
La AEMPS fundamentaba bien su decisión, llegaba incluso a advertir que para comprobar su eficia clínica no se habían hecho ensayos sino que el productor, Novartis, se había limitado a estudiar su inmunogenicidad.
SESPAS considera que por la baja incidencia de la enfermedad hay que esperar a distribuirla de manera ordinaria entre la población para ver los resultados reales lo que la convierte en una vacuna “experimental”.
Existen “dudas razonables”, según SESPAS, para mantener pues la inmunización en el ámbito hospitalario. Incluso administrarla en los hospitales le parece precipitado a esta asociación de profesionales pues “es necesario estar seguro de que la vacuna es realmente eficaz y efectiva, cosa harto dudosa con la información actualmente disponible”.
Es por tanto una vacuna “experimental” que no se ha demostrado que tenga efecto sobre la mortalidad, ni incidencia de la enfermedad.
Por dichos antecedentes de la introducción de la vacuna contra la meningitis C en España, que fue considerada abusiva, parece coherente, argumentan desde la sociedad de salud Pública:
adoptar las cautelas que sugiere el recurso al principio de precaución ante decisiones inciertas, donde los riesgos, inconvenientes y costes de una nueva medida deben ponerse en relación con sus potenciales beneficios”.
Esto nos lleva al comienzo de este post y cómo se ha redactado la información del ingreso del niño en el hospital de Cruces: parece que importan más los medios que los fines; la mera existencia de la vacuna que lo que esta pueda aportar a la salud pública. Ojalá TODAS las vacunas fueran efectivas y seguras y hubiese inmunizaciones contra todas las enfermedades que afligen a la humanidad, pero de nuevo confundimos nuestros deseos con la realidad.