Las vacunas son consideradas una piedra angular de la terapéutica convencional. Nadie puede negar el impacto que ha tenido la vacunación en la erradicación o la disminución de algunas enfermedades infecciosas graves, aún cuando ese impacto ha sido a menudo sobrevalorado en relación con las mejoras en las condiciones higiénicas y sociosanitarias, que han tenido una influencia mucho mayor en los cambios epidemiológicos.
Sin embargo , la situación actual es diferente a la época en la que se introdujeron las vacunas y la aplicación del calendario vacunal en uso está en franca contradicción con los problemas de salud predominantes en nuestros días.
Hay razones para suponer que este impacto vacunal, en un sistema inmunológico que apenas alcanza el 80% de madurez en la fabricación de anticuerpos durante el primer año de vida, causa a menudo una distorsión importante de la respuesta inmunitaria, favoreciendo la eclosión de reacciones alérgicas.
La administración de vacunas puede causar ciertos problemas, denominados Síndrome Post-vacunales o reacciones adversas. Pueden ser reacciones agudas después de la administración de la vacuna o alteraciones posteriores en el tiempo y que normalmente no se relacionan con ella: detención del desarrollo en un niño sano, cronicidad o recurrencia en infecciones (otitis, bronquitis, etc), epilepsia, asma, leucemia, reumatismo, problemas de conducta, inquietud, agresividad, alergias en la primera infancia, alteraciones neurológicas…
Actualmente hay abundante documentación sobre los efectos adversos de las vacunas, y existe una organización desde 1.999, el “EUROPEAN FORUM OF VACCINE VIGILANCE”, red europea que recoge las reacciones adversas post-vacunales con la finalidad de presentar una casuística suficiente de casos bien documentados de reacciones adversas a vacunas ante el Parlamento Europeo, en el proyecto llamado Strasbourg 2.004, así como preparar la primera conferencia internacional Vaccine Damage Prevention.