ValenciaDedicado al amigo Álvaro Saval
Hace algún tiempo hice la promesa de intercambiar con Álvaro impresiones sobre las ciudades del mismo nombre pero situadas en polos opuestos, es un gran momento para saldar la deuda.
Comenzaré diciendo una frase de mi esposa que me llenó mucho “A cada uno nos dan un pequeño pedazo de tierra, cada quién decide qué hacer con ella”, he nacido acá, he visto pasar casi 30 años bajo su cielo y puedo decir con propiedad que conozco un poco mi ciudad.
Valencia es un pedazo de tierra lleno de potencial, ubicada cerca del puerto más importante del país, con un clima fresco casi todo el año, la ciudad de norte a sur está ubicada en un hermoso valle con montañas alrededor, fácilmente podemos caminar la totalidad de la ciudad o ir en bici, pero ¿Por qué no lo hacemos?
El problema de las ciudades no es su tierra, yo creo que Venezuela en general seria el paraíso de muchos en el mundo por todo lo que te brinda, sin embargo, el mayor enemigo de mi Valencia es su gente, en Valencia lo que más importa es el apellido, el abolengo, el status, somos muchas veces presos del prejuicio.
Todos en Valencia somos presos del pasado, por eso vivimos aferrados a la idea de una ciudad que ya no es, y no es precisamente por nuestra incapacidad de salir adelante, de hacer las cosas diferente, el territorio cambió, la mente del Valenciano no lo hizo.
Creo necesario que dejemos de esperar por algo, Eckhart Tolle dice que pasamos 60 % de nuestra vida esperando que algo pase para ser felices, yo creo que Valencia tiene un hermoso porvenir y se basa en la palabra más importante: Decisión.
Valencia tiene espacios, Valencia tiene posibilidad de una ciclovia, por ejemplo, es una ciudad Pequeña, ¿Por qué pasar 30 min en tráfico si la distancia es tan corta?, disfrutemos más de su clima, ese hermoso verdor que hay en cada esquina, esa sensación de seguir en una ciudad que tiene tanto para dar, falta que hagamos algo con amor por este pedazo de tierra que nos tocó a todos.
Tenemos hermosas edificaciones
históricas, tenemos una ciudad que tiene esa medida entre lo antiguo y lo nuevo, es tiempo que dejemos la apatía y pongamos nuestro empeño en verla florecer no como antes, mejor que antes.Debemos dejar de soñar con un pasado o aspirar un futuro y dedicarnos a cambiar el presente donde vivimos todos y convertirlo en lo que nos merecemos todos.