Mariano Rajoy, el político más irresponsable y con menos facultades mentales de Europa, se sentará tranquilamente esta tarde en el estadio de Kiev para ver la final de una competición de fútbol, mientras en España el País Valenciano arde literalmente por los cuatro costados, en una sospechosa oleada de incendios que está afectando al Levante español como una plaga perfectamente sincronizada. ¿¿Advertencia? ¿venganza? dejadez? imprudencia? Probablemente haya algo de todo eso, junto. De momento cuarenta y cinco mil hectáreas han sido pasto de las llamas en el incendio principal, cuyo frente avanza fuera de control tras arrasar cuanto encuentra a su paso y ya está a 30 kilómetros de la ciudad de Valencia.
Otros frentes están prendiendo en zonas y provincias limítrofes, aprovechando las altas temperaturas y la sequedad de la temporada. ¿Casualidad? Quien crea en las casualidades en España, es que no conoce a este país. Recuerden los incendios de Galicia en la época del gobierno bipartito (socialista-nacionalista) gallego. Recuerden tanto cacique levantino irritado por estar sometido a proceso judicial, tanto narcotraficante al que a veces le aprietan las clavijas, tanto Señor del Ladrillo al que han fundido el negocio al no autorizarle arrasar montes y parques naturales. Demasiados intereses en juego. Ya saben, por el humo se sabe donde está el fuego; y el pirómano, que casi nunca es un loco suelto.
Mientras, esa vergüenza europea que se llama Mariano Rajoy se fumará un puro en la tribuna del estadio de Kiev mientras ve jugar a "su" España seguramente acompañado por sus hijo, que habrá viajado por la cara de su padre igual que hizo cuando el primer partido de la selección española en la Eurocopa, veinticuatro horas después de que la Eurozona declarara la bancarrota del sistema bancario español. ¡Olé España, y olé el pedazo de bruto que tiene por presidente del Gobierno!.