Con este nombre no cabía duda de que la firma tenía que ser de origen italiano. Así es, el creador de la firma, Valentino Garavani nació en 1932 al sur de Milán pero sus comienzos en el mundo de la moda se remontan a la década de los 50 cuando siendo aún muy joven marcha a París para trabajar con Guy Laroche y Jean Desses. Tras estos años de experiencia compartidos con dos grandes profesionales, se dirige de nuevo a Roma para abrir su primera tienda. El éxito llegará con la “Colección Blanca” de 1967.
La mismísima Jackie Kennedy ayuda a lanzarlo todavía más a la fama cuando le pide que le confeccione su vestido de novia en su enlace con Onassis. El vestido se caracterizó por un derroche de originalidad en forma de un vestido corto en color ámbar y en seda georgette. Con este vestido llegó una cantidad ingente de pedidos por parte de celebrities del momento que, en la actualidad, sigue manteniéndose.
Vestir un Valentino no es solo cuestión de moda, sino también de actitud y Valentino sabe complacer a cada una de sus clientas adaptándose a los tiempos sin que desaparezca la esencia de Valentino.
La firma Valentino se ha extendido por todo el mundo, pero no se le puede atribuir tan solo el éxito al talento del modisto, hay una figura detrás que también ha tenido mucho que ver con este, Giancarlo Giammetti. El socio y compañero de negocios de Valentino es el que ha sabido cómo impulsar el imperio de la firma italiana.
Valentino ha conseguido compaginar la vida laboral con la personal y crear un vínculo muy íntimo entre ambas, no solo se codea con las celebrities más aplaudidas sino que ha hecho de ellas sus musas y sus confidentes. Por ello, es frecuente verle rodeado de un amplio elenco de famosos.
Las creaciones de Valentino están entre la Alta Costura francesa y el diseño. Por supuesto, Valentino pisa dejando huella, de ahí que muchas veces hablemos no del rojo a secas sino del rojo Valentino.