Ventilemos

Por Jagonzalez

Llevamos más de un año conviviendo con la pandemia de la Covid-19. Se está haciendo largo pero, como hemos dicho en otras ocasiones, con el tamiz del tiempo esta situación se situará en la categoría de anécdota histórica con la nada insignificante característica de haber sido compartida por toda la humanidad, en mayor o menor grado. Para la Fisioterapia será considerada como hito, estando aún por ver si tiene la trascendencia que quisiéramos como palanca profesional.

Sea como fuere, el trabajo de muchos fisioterapeutas, una inmensa minoría, se ha reconocido por doquier. Hemos aparecido, enfundados en los equipos de protección, en cabeceras de periódicos, telediarios y redes sociales. Se nos ha conocido en la importantísima tarea de las plantas hospitalarias y se valora la contribución a la recuperación de las secuelas que en muchos ha dejado la enfermedad. Como el resto de compañeros tuvimos que adaptarnos a situaciones novedosas, desconocidas, y aprender sobre la marcha.

En los hospitales, al menos en el país desde el que escribimos, había un grupo de fisioterapeutas bregados con el trabajo en las UCI. Nosotros llevábamos ya tiempo en esas lides, recordando formaciones previas, leyendo, consultando material audiovisual. Sin embargo, para la mayoría, salvando un grupo de colegas avezados. el entorno de los cuidados intensivos no resultaba el cotidiano, el ordinario en el que el profesional se siente cómodo, capaz de afrontar casos complejos y de compartirlos sin rubor con enfermeros y médicas. Por eso, la pandemia, con su irrupción y la demanda de fisioterapia, nos impelió a profundizar más en un mundo un tanto hostil. Insisto, hay fisioterapeutas en España que se mueven en las UCI como pez en el agua, unos cuantos.

La ventilación mecánica es uno de esos procedimientos que conocemos, habitualmente, de manera superficial. Hasta no hace mucho muchos de nosotros mirábamos el aparataje con distancia, literalmente. Nos preocupaba que sonara alguna alarma, y poco más. Eso era cosa de “los de la UCI”, entre los que no nos incluían ni nos incluíamos. La pandemia ha cambiado en cierta medida este relato, al menos en nuestra experiencia personal. Con la siempre inestimable ayuda de los compañeros, especialmente de Enfermería, hemos ido perdiendo el miedo, con prudencia, respeto, pero con la convicción de que saber más sobre la ventilación mecánica y los ventiladores es una necesidad para ensanchar la aportación de los fisioterapeutas a la atención a pacientes críticos.

Somos conscientes de nuestras limitaciones, de las brechas interprofesioneales, del déficit formativo en esta y otras materias relacionadas con los cuidados intensivos. Somos conocedores de que hay países en los que los fisioterapeutas y kinesiólogos tienen unas competencias mucho más extensas fruto de una formación pre y posgrado mucho más exigentes. Pero también de que, partiendo de la oportunidad que la pospandemia nos ofrece, debemos ahondar en la búsqueda de aportaciones que podemos ofertar,  y demandar una mayor formación en este ámbito.

La ventilación mecánica no es más que uno de tantos exponentes de lo que hay que llevar a cabo si queremos consolidarnos como partícipes en el tratamiento y recuperación de los pacientes críticos. Es un campo con potencialidades como el uso de instrumentación para movilización y fisioterapia respiratoria, la realidad virtual o el uso de medios como la ecografía. Es, además, una muestra de lo que supone la adaptación al cambio, la necesidad de conocimiento, formación y experiencia en materias un tanto obviadas por la profesión y con escasa o nula presencia en los programas del Grado.

Desde la modestia que supone partir de una precariedad formativa evidente y desde el respeto a los ámbitos competenciales de los compañeros, se hace necesario promover el interés entre los fisioterapeutas y estudiantes del complejo mundo de la ventilación mecánica. Así que ventilemos para renovarnos.

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