Venustas? Vaya lío (Va a ser que no)

Por Arquitectamos
En menudo berenjenal me he metido yo solito.
Muchas gracias por participar en este insensato juego que os propuse. Me habéis sorprendido gratísimamente por vuestra participación y vuestros comentarios. Os estoy muy agradecido a todos, de verdad.
Lo malo es que no sé qué pensar con los votos que habéis emitido. Me habéis dejado confuso y perplejo. No tenía ninguna idea preconcebida, pero sí que esperaba secretamente que estas dos obras se impusieran por sí mismas, que removieran algo en vuestro interior y vencieran elocuentemente. No ha sido así. Han ganado, pero por los pelos.
Cierro la votación y hago recuento con sesenta y nueve votos emitidos. Una pasada. En los últimos días el número de votos ha ido disminuyendo y ahora apenas se suma uno más de vez en cuando. Así que, para no dilatar más la solución (y mi mal trago), creo que ha llegado la hora. (Por otra parte, teníais la respuesta en google a golpe de clic). Os agradezco mucho la honradez y el espíritu deportivo con que habéis participado.
La posición correcta del cuadro de Mondrian es la número 2:

Se titula: Composición con rojo, azul y amarillo, y es del año 1929. Si clicáis la imagen la veréis en grande y de paso identificaréis la firma: P M 29, en el ángulo inferior izquierdo.
La posición correcta del grabado de Chillida es la número 3:

Es una xilografía del año 1969, y se titula Beltza I. Si clicáis veréis la firma y el número de este ejemplar.
Los 69 votos emitidos para la obra de Mondrian se han distribuido así:
Mondrian 1:  15 votos. 21,74 %
Mondrian 2:  22 votos. 31,88 % (Correcto)
Mondrian 3:  19 votos. 27,54 %
Mondrian 4:  10 votos. 14,49 %
Nulos y abstenciones: 3. 4,35 %
Ha gando el 2, sí, pero prácticamente empatado con el 3 y muy cerca del 1.
Los 69 votos emitidos para la obra de Chillida se han distribuido así:
Chillida 1:  14 votos. 20,29 %
Chillida 2:  16 votos. 23,19 %
Chillida 3:  21 votos. 30,43 % (Correcto)
Chillida 4:  16 votos: 23,19 %
Abstenciones: 2. 2,90 %
Ha ganado el 3, y, aunque ha tenido menos porcentaje que el Mondrian correcto, se separa más de los tres Chillidas incorrectos, que están más igualados entre sí.
El Chillida 3 le saca 5 votos de ventaja al 2 y al 4, y 7 votos al 1. Mientras que el Mondrian 2 solo le saca 3 votos al Mondrian 3.
Ha habido nueve votantes que han hecho pleno: Daniel CCAD, Gema, Jacobo, Anónimo, Julia, Marta, Antonio R(*), Anónimo y VOLUMEN arquitectura. Enhorabuena: Sois los que tenéis mejor criterio, más sensibilidad, etc... o bien los más tramposos. (Vale, vale. Perdón. Es broma. Me consta que todos lo habéis hecho honradamente).
(*) Antonio R ha dado dos votos a Mondrian, uno desde Reader y otro desde el blog. He estado a punto de considerar voto nulo, pero he anulado solo el de Reader, para que votara a través del blog en igualdad de condiciones con los demás. No obstante, su doble voto me deja perplejo, porque, como bien dice, el fondo de este blog, con la estantería de libros, perturba la percepción de las obras. No obstante, ha sido con esa perturbación como ha acertado.
También menciono expresamente a mi amigo Francis, a quien invité a participar sin acordarme de que es daltónico. Y falló en Mondrian... a la primera, aunque en una segunda opción (que no di por válida) acertó. Y a Chillida lo clavó. Eres un crack, Francis.
También menciono expresamente a A.S.N., que dice que Mondrian le aburre y no le gusta nada, y falla. Y dice que Chillida le encanta, y acierta. O sea, que algo hay. ¿Se necesita una preparación previa o, mejor, una predisposición? Puede ser.
Vale. ¿Y ahora qué digo yo?
Pues que va a ser verdad casi todo lo que decís. No quiero valorar más las estadísticas. Creo que es evidente que prácticamente todas las opciones son equivalentes, y que, tal vez, como muchos decís, la belleza de esas obras radique en sus proporciones y relaciones internas, más que en su posición.
(Podríamos hacer otro experimento con otro Mondrian, alterando ligeramente las superficies de cada rectángulo, pero, al menos por ahora, paso).
Me gustaría contestar especialmente el comentario de mi amigo Carlos Traver, pero lo que se me ocurre es tan extenso que voy a escribir una entrada aparte, sobre el tema de la emoción que produce la obra de arte, con el artículo de Van Doesburg sobre el hombre en harapos como fondo de mi argumentación.
Lo que creo (¿o creía?) es que la pintura abstracta, despojada de toda referencia figurativa, se quedaba desnuda, reducida a los puros elementos plásticos.
(El concepto "pintura abstracta" es obsoleto y está sujeto a todo tipo de críticas y revisiones. No tiene nada que ver el geometrismo más cerebral con el expresionismo visceral. Pero permitidme que siga usando esa expresión, "pintura abstracta", como concepto que engloba a toda aquella en la que no aparece ningún elemento figurativo ni representativo).
La abstracción, decía, reduce el arte al mero plasticismo, y, por lo tanto, a la mera "composición" o a la mera "expresión". Si se puede seguir utilizando el término "belleza" ("venustas") ha de ser aquí, en la pura plástica. Pero, por lo que vemos, mejor va a ser que no volvamos a usar la palabreja maldita.
Nos habíamos acostumbrado ya a decir "bello" en vez de "bonito", porque eso de "bonito" sí que es cursi y kitsch, y resulta que no, que "bello" tampoco vale. Pues vaya.
Históricamente, el arte era la búsqueda de la belleza. Las vanguardias cambiaron eso por la búsqueda de la verdad. ¿Qué verdad? ¿Qué belleza? No sé: La experimentación con las formas, con sus composiciones, con sus líneas generatrices, con los equilibrios de masas, etc, en un afán de descubrir sistemas, leyes... No lo sé. Menudo lío en el que me he metido.
Merxe hace también un comentario interesante. Todos lo son. Ella menciona el cambio que experimentamos en nuestros gustos y percepciones a lo largo de nuestra vida, lo que, a mi juicio, se emparenta con el concepto de "obra abierta" y de la intervención de cada espectador, con su biografía, ideología y demás circunstancias, en el proceso. Buen campo de debate también.
En octubre de 1996 se hizo en Madrid una exposición muy buena, y para mí muy entrañable, sobre la legendaria revista Nueva Forma. En ella, además de recopilar los números de la revista, se exponían obras de los "artistas de la casa".
Una de las obras expuestas era la escultura Sueño Articulado. Homenaje a Gaston Bachelard, de Chillida.

Es una escultura prodigiosa, un temblor de hierros que cambian según el punto de vista, y que muestran una especie de equilibrio inestable y un efecto espacial inagotable. Es una escultura ante la que uno necesita agacharse y mirarla desde todas partes, ponerse en cuclillas ante ella y cerrar un ojo, luego el otro... Y Chillida, que asistió a la inauguración (como yo) le dijo a la encargada del montaje (amiga mía y gran conocedora de su obra) que estaba puesta al revés, boca abajo.
Mi amiga se puso roja de vergüenza, y acto seguido procedió a darle la vuelta, con ayuda del autor. (Lo bueno de que el autor participe en el movimiento de la pieza es que no hay que ponerse guantes de algodón ni nada de eso, porque le ves a él que lo hace con las manos desnudas, como si tal cosa, sin darle mayor importancia. ¿No va a poder él tocar su escultura?).
Yo estaba justo ahí, y no intervine. Me paralizaba el respeto reverencial. Yo es que soy así, muy reverente. Vago no, que la escultura tampoco pesaba tanto.
Boquiabierto (y ya digo que reverente) me pregunté cómo podía tener Chillida sus miles de esculturas en la cabeza, y cómo mi amiga, que tanto conocía la obra de Chillida, se había equivocado.
Yo, que, si no gran conocedor, al menos sí soy muy admirador de Chillida, ya me había acuclillado, extasiado, boquiabiertado y babeado (ya digo: soy muy reverente y muy fan) ante la escultura puesta al revés. Cuando la colocaron bien volví a acuclillarme, a extasiarme, a boquiabrirme y a babear. O sea, que qué.
(En el catálogo de la exposición la obra está bien colocada. Que conste).
Confieso también que yo jamás habría acertado el Mondrian. Ese cabezón rojo enorme me pesa mucho. Yo lo colocaría abajo. Tal vez el número 3. Quizá ahí hemos pecado más los arquitectos, que buscamos el equilibrio estático más que el estético (manido juego de palabras que me supondrá un nuevo bajón en el ranking de blogs). Claro, que una vez conocida la solución, me gusta ese desequilibrio voluntario de Mondrian, ese peso. (Pero así es muy fácil. Así acertamos todos).
Una vez conocida la solución os animo a leer los comentarios de los votantes. Todos muy interesantes y aleccionadores.
También os animo, naturalmente, a comentar aquí lo que penséis, lo que sintáis, lo que os parezca.
Yo, como conclusión provisional, ya digo, me quito el término "belleza" de mi vocabulario, o, si lo adopto provisional y precariamente, lo referiré a las relaciones internas, o a yo qué sé qué.
No lo sé. No entiendo. Me he metido en un jardín. Bien que lo siento. Y, sin embargo, Chillida y Mondrian me siguen pareciendo tan bellos... Es más, tan bonitos...