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El estudio japonés Sako Architects irrumpió en el paisaje urbano de Tokio con el diseño de una fachada multicolor que se alza como símbolo de creatividad y dinamismo. Se trata de un moderno edificio de oficinas, de 690 metros cuadrados, concebido como un espacio lúdico con un espectro de colores inspirado en el arcoíris.
Un antiguo edificio preexistente, con forma de lápiz, fue reemplazado por las oficinas de Musashi Paint Holdings Co., que encargó a la firma del arquitecto Keiichiro Sako una audaz fachada que mantiene la innovación en primer plano.
Esta transformación acompañó el crecimiento de la empresa hacia un perfil global para reflejar una esencia más moderna y tecnológica, que ofrece una variedad infinita de tonos de pintura. De esta manera el diseño minimalista de la construcción se convierte en un arcoíris vertical que representa el compromiso de la compañía con el color.
Con más de 70 proyectos en Asia y Europa, Sako Architects optó por una fachada de vidrio laminado templado de unos 12 mm de espesor. A este se le aplicó una capa de pintura, fabricada por Musashi Paint Holdings Co. especialmente para la ocasión, buscando crear un efecto de degrado uniforme con un shock visual verdaderamente cautivador.
Alejándose de los diseños tradicionales, el muro presenta elegantes marcos horizontales que sostienen los paneles de vidrio, integrando en toda la estructura materiales de última tecnología. El resultado es una fachada repleta de creatividad y personalidad, con una estética elegante y moderna de colores vibrantes.
Durante el día la fachada interactúa dinámicamente con la luz causando distintos efectos de color. Cuando la luz solar impacta en el muro, se proyectan en el interior juegos de sombras que se extienden de piso a techo, así como también en las paredes exteriores de los edificios adyacentes.
Desde la oficina, las vistas a la ciudad son como una fotografía con infinitos filtros de colores que embellecen el paisaje urbano como si fuera una obra de arte digital. Mientras tanto, cuando está nublado, el cielo y las nubes se reflejan sobre el vidrio creándose una atractiva y artística composición que deambula entre la fantasía y la realidad.
Como si tuviera vida propia, la fachada adquiere una nueva atmósfera completamente diferente por la noche, cuando las luces de la ciudad se proyectan en el vidrio con tonos suaves. Esta metamorfosis no solo revitaliza el entorno, sino que además mejora la experiencia emocional y visual de los trabajadores de la empresa y de los vecinos que transitan por el lugar.
Créditos fotográficos: Koji Fuji
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